La ansiedad, la depresión o el estrés se han convertido en estos tiempos hiperactivos en modos habituales de vida. Y nos hemos habituado a ellos rápidamente, aunque no tiene tanto tiempo que se vienen produciendo. Tal es así que a los hispanohablantes no nos ha dado tiempo a inventar una palabra que traduzca el término anglosajón: “stress”.
Elegir el perfume adecuado es divertido, una tarea reconfortante e incluso, un hobby tan entretenido como cualquier otro. Pero los excesos no son buenos en ninguna circunstancia y, por eso, hoy recopilo para ti estas 7 señales de que los perfumes son tu obsesión. Si te identificas con ellas… ¡cuidado! Tu atracción por las fragancias está al límite.
Se encuentran presentes en muchos artículos de uso ordinario Para ponerse contentos, sentir euforia o relajarse; en suma, para obtener placer. También para superar la angustia, la ansiedad o darse valor. Y en el caso de los niños y jóvenes en situación de calle, son incluso un sucedáneo contra el hambre, porque “una mona apenas mojada cuesta un peso; bien mojada, cinco; o sea, más barato que una torta”. Eso se busca en los inhalables.
“Aunque la seriefilia o adicción a las series no está reconocida en los manuales de psiquiatría como una adicción, comparte características con esa enfermedad como la conducta compulsiva, la tolerancia y el síndrome de abstinencia”, explica la doctora Gabriela Orozco Calderón, jefa del Laboratorio de Psicobiología y Cognición Humana en la Facultad de Psicología de la UNAM.
A la conducta de “comerse las uñas” de manera repetitiva o compulsiva, se denomina onicofagia y obedece a diferentes razones de índole psicológico. Es más, la Asociación Americana de Psiquiatría califica esta práctica como un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
¿Piensas que una verdadera salsa mexicana es aquella que te hace sudar y hasta llora de lo mucho que pica? Si tu respuestas fue afirmativa, te explicaremos por qué casi a todos los mexicanos nos gusta comer picante.
Es ya una imagen común en las ciudades: una mujer pegada a una botella de agua. Donde ella va, va también su botella. Parece un signo de salud, de modernidad, hasta de elegancia. Pero beber agua, por muy necesaria que sea para el organismo, tiene un límite, como todo.
Convivir con personas adictas al conflicto es como habitar en un territorio minado. No solo enrarecen el ambiente con su malestar y con esa ansiedad de quien sabe que basta un comentario, un gesto o una palabra para que salten sobre nosotros. Además, nos contagian esa tensión propia de quien no hace otra cosa que librar guerras internas.
Tronarse, sonarse o hacer crujir los huesos es una práctica considerada por muchos especialistas como un hábito nervioso que, si bien permite descontracturar las articulaciones causando un alivio temporal, tiene importantes consecuencias en nuestros huesos a mediano y largo plazo. Según las investigaciones más reciente entre un 25% y un 54% de las personas en el planeta desarrollan este mal hábito, especialmente los hombres. Ahora bien, las consecuencias de esta práctica comienzan a ser visibles a partir de los 40 años de edad, siendo las manos y el cuello las zonas más afectadas.
¿Con cuántos tatuajes podría decirse que alguien sufre de una adicción? Eso depende de todo lo que se genera a partir del primero de ellos, o al menos eso señalan los especialistas que por años han estudiado esta práctica. Graciela Amador, psicóloga de la Universidad Católica de Colombia, señaló que “La adicción se entiende como un acto compulsivo, repetitivo, por traer una gratificación temporal y que a largo plazo se incrementa”, de esta forma se afirmaba que sí, que los tatuajes llegan a ser una adicción.
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