Es ya una imagen común en las ciudades: una mujer pegada a una botella de agua. Donde ella va, va también su botella. Parece un signo de salud, de modernidad, hasta de elegancia. Pero beber agua, por muy necesaria que sea para el organismo, tiene un límite, como todo.
Convivir con personas adictas al conflicto es como habitar en un territorio minado. No solo enrarecen el ambiente con su malestar y con esa ansiedad de quien sabe que basta un comentario, un gesto o una palabra para que salten sobre nosotros. Además, nos contagian esa tensión propia de quien no hace otra cosa que librar guerras internas.
Tronarse, sonarse o hacer crujir los huesos es una práctica considerada por muchos especialistas como un hábito nervioso que, si bien permite descontracturar las articulaciones causando un alivio temporal, tiene importantes consecuencias en nuestros huesos a mediano y largo plazo. Según las investigaciones más reciente entre un 25% y un 54% de las personas en el planeta desarrollan este mal hábito, especialmente los hombres. Ahora bien, las consecuencias de esta práctica comienzan a ser visibles a partir de los 40 años de edad, siendo las manos y el cuello las zonas más afectadas.
¿Con cuántos tatuajes podría decirse que alguien sufre de una adicción? Eso depende de todo lo que se genera a partir del primero de ellos, o al menos eso señalan los especialistas que por años han estudiado esta práctica. Graciela Amador, psicóloga de la Universidad Católica de Colombia, señaló que “La adicción se entiende como un acto compulsivo, repetitivo, por traer una gratificación temporal y que a largo plazo se incrementa”, de esta forma se afirmaba que sí, que los tatuajes llegan a ser una adicción.
Para la mayoría de nosotros el chocolate es un placer que genera culpa. Nos dan ganas de comerlo porque sabe muy bien y porque es dulce, a pesar de que estamos conscientes de que, en su lugar, deberíamos estar comiendo frutas.
Este problema se define como la necesidad de consumir, comprar o gastar dinero en el mayor número de cosas posible. A veces se basa en hacer grandes compras hasta gastar la totalidad del crédito de la tarjeta o de la cuenta bancaria y muchas otras veces la satisfacción de la persona adicta pasa por descubrir el mayor número de gangas posibles. No obstante, pese a que siempre se trate de productos en oferta o descuentos, el desembolso total que se realiza cada mes afecta gravemente a la economía familiar.
La goma de mascar contiene además agentes laxantes y puede causar Trastorno de la Articulación Temporomandibular
Laura estaba harta de que Manolo no dijese la verdad. Le engañaba sobre cualquier nimiedad: lo que le apetecía comer, sus películas favoritas, la hora a la que se acostaba, la hora a la que se levantaba, cuántos cubatas tomó la noche anterior...Lo hacía con una naturalidad pasmosa, parecía un profesional de la mentira, pero en realidad era un enfermo mental, un mitómano.
Psicólogos, psiquiatras y expertos de Silicon Valley alertan de que el uso de las redes sociales puede ser adictivo y sus consecuencias, las mismas que las de cualquier otra adicción: ansiedad, dependencia, irritabilidad, falta de autocontrol... Ante esa tesitura cada vez más voces se preguntan: ¿son las redes sociales un problema real?
Desde 2013, el juego patológico (antes enmarcado como un trastorno de control de impulsos) es considerado por la Asociación Americana de Psiquiatría una adicción psicológica o adicción sin sustancia. En el DSM 5 –la clasificación de trastornos psiquiátricos– el juego patológico está incluido dentro del grupo de trastornos adictivos, en adicciones no relacionadas con sustancias.
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