El trastorno antisocial y evitativo son las principales enfermedades mentales que padecen las personas adictas al alcohol, drogas o a ciertos fármacos.
El tabaquismo y el alcoholismo son dos adicciones, “socialmente aceptadas”, que se inician principalmente en la etapa de la adolescencia, por lo que el abuso y dependencia de sustancias adictivas representan un serio reto para toda la sociedad.
Si bien su consumo ocasional puede contribuir al erotismo y la desinhibición, tiene consecuencias negativas a largo plazo: desde la disfunción eréctil hasta trastornos reproductivos.
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Un estudio del tabaquismo en 195 naciones revela que en 25 años se han incrementado las muertes por fumar.
Investigación descubre que aproximadamente dos tercios de las muestras de tumores (353) contenían al menos una supresión y que éstas eran mucho más comunes en los niños cuyas madres habían fumado durante el embarazo.
Los cambios que se generan en el cerebro de los consumidores de drogas son irreversibles y esos daños pueden incluir afectaciones en el control, la memoria y otras funciones.
El juego patológico se caracteriza por un impulso persistente y progresivo que consume cada vez más tiempo, energía y recursos.
Desde hace décadas la comunidad científica es consciente de que el déficit de atención e hiperactividad (TDAH) predispone el desarrollo de un trastorno adictivo, y, a su vez, "la adicción influye de manera muy negativa en el curso del TDAH.
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