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Creando estilos de vida sanos

Columna de Adictos y adicciones: Testimonios de esperanza

Antes me gustaría hacer una breve descripción de la metanfetamina, para que el lector tenga una idea más clara, del problema familiar y de salud pública que enfrentamos, así como las devastadoras consecuencias de quienes consumen esta sustancia. La metanfetamina, también conocida como cristal, foco, hielo, ice o tiza, se fabrica con efedrina, ácido muriático, ácido de batería, sosa cáustica, ácido clorhídrico y raticida. La metanfetamina provoca alucinaciones, pérdida de peso, desconexión de la realidad, disminución del apetito, insomnio, irritabilidad, ansiedad, euforia, confusión, depresión y en casos severos se corroen los dientes hasta la raíz o se quiebran hasta la encía. Además, causa comezón, picazón constante por la sensación de tener insectos bajo la piel. Por si todo esto fuera poco, la exaltación sexual que provoca en muchos usuarios, los puede llevar a mantener relaciones con múltiples parejas, con los riesgos que eso conlleva. La adicción a la pornografía es otro efecto colateral, que a la larga distorsiona y lesiona gravemente las relaciones de pareja. Les presento a continuación, tres testimonios, ejemplos de valor y esperanza. Solo Dios sabe si tendrán éxito y únicamente él les puede dar fuerza para seguir adelante. “Hace tres meses que deje de consumir cristal, pero no logro sentirme bien, sigo muy bajo de peso, las taquicardias están al cien, tengo un temblor en todo el cuerpo que no logro controlar. Actualmente estoy medicado, pero aún así, no me siento bien. Los doctores me dicen que son secuelas por consumir durante ocho años. Hay días que siento que estoy llegando al final del camino, pero no pienso recaer” John “Fumé ‘grillo’ durante diez años, estuve en varios anexos, mis padres y mi pareja se cansaron de buscar médicos, curanderos, sacerdotes y centros de rehabilitación. Además de ser adicto, tenía un ego del tamaño del mundo, por lo que cuando andaba bien arriba les decía que no los necesitaba, yo podía parar cuando yo quisiera, pero no era capaz de dejar de consumir ni un solo día; mi vida se volvió un infierno y a mi familia la arrastré conmigo. De las recaídas mejor ni hablemos, prometí cientos de veces que lo dejaría, pero no podía. En mi caso tuve que tocar fondo de una manera terrible. Sin temor a equivocarme, puedo decir que estoy vivo por la gracia de Dios” Pablo, dos años limpio. “A mí nunca me ofrecieron, ni me obligaron, siempre he sido un ingobernable, yo solito fui a buscar ice, no sé, me llamaba la atención, lo probé y me gustó. Los primeros dos años, según yo, lo controlaba, pero cuando las cosas empezaron a cambiar en mi casa, con mi familia, en mi trabajo, entonces me descontrolé totalmente”. “En dos meses bajé veinte libras, me sentía acorralado; mi familia me puso un ultimátum, mi pareja me dio a elegir entre ella y el ice. Lo único que tenía era mi trabajo y estaba condicionado por mi bajo rendimiento”. “La última vez que consumí cristal, tenía cinco días sin dormir, me subí a mi auto y mientras manejaba todo se oscureció, el cerebro se desconectó, se me borró la cinta y provoqué un accidente; estuve en el hospital con múltiples fracturas. Casi tuve que morir para volver a vivir”. “Dice un dicho que ‘no hay mal que por bien no venga’, eso me pasó a mí. Los meses de recuperación me alejaron de la droga; por orden de un juez tuve que asistir a un programa de doce pasos y además, pasar semanalmente una prueba para comprobar que estaba limpio”. “En el grupo de doce pasos aprendí a hablar de mí y a no culpar a otros por mis decisiones, es muy duro hacernos responsables de nuestros actos y enfrentar las consecuencias, pero de la mano de Dios, se puede encontrar el valor para ser honesto y comprometido, felices 24 horas” Padrino Alfonso, doce años limpio. Aunque a simple vista parece que el proceso de recuperación es solo cuestión de voluntad, le aseguro que no es así, lo invito a que asista algún día a un grupo de doce pasos, se sorprenderá de todo lo que se puede aprender de sí mismo. Estimado lector, querida lectora, espero que estos testimonios le den esperanza; solo hay que abrir la mente, reconocer que tenemos un problema y buscar ayuda, el resto Dios lo hace.