Adicción: «Robaba, manipulaba, mentía, vendía todas mis cosas de valor…”
– ¿Cómo caíste en el consumo de drogas, en la adicción, a qué edad?
– Con sólo 13 o 14 años. Empecé a consumir dejándome llevar por las juntas de amistades que tenía por aquel entonces, de las cuales el 90 por ciento o están muertos o presos. Entre ellos, un hermano que falleció con 18 años por sobredosis. En esos momentos no era muy consciente del problema en que me estaba metiendo…
– ¿Cómo era tu vida cuando empezaste a consumir?
– Mi vida era la de un niño lleno de sueños, un niño humilde, con una familia estupenda. Poco a poco fui haciendo mella y causando preocupación en toda mi familia. Generé mucho dolor a mis padres por mis primeras detenciones, por delitos menores que fueron a peor hasta acabar preso con 17 años.
Sentía muy baja autoestima, y me abandoné, ni me aseaba. Mi actitud cambiaba cada vez a peor con el tiempo.
Al cumplir mi primera condena de 6 meses, con 17 años ya había pasado de los porros a las pastillas y a meterme heroína por la nariz y, al poco tiempo, por la vena. Y al llegar a ese punto de inyectarme heroína intravenosa, los problemas fueron en aumento. Empecé a perder valores y a volverme más irresponsable y manipulador. Sentía muy baja autoestima, y me abandoné, ni me aseaba. Mi actitud cambiaba cada vez a peor con el tiempo.
– ¿Qué crees que buscabas en las drogas?
– No buscaba nada… simplemente, escapar de los problemas de mi vida, no afrontarlos.
– ¿Combinaste el consumo de diferentes sustancias?
– Combiné el consumo de otras sustancias por dejarme llevar con las personas que me juntaba. Empezaba con los porros, luego pasaba a las pastillas, luego a la heroína intra-nasal, luego intravenosa… Ahí los problemas se agravaron mucho porque para conseguir mi dosis tenía que robar, manipular, engañar hasta acabar preso. A partir de los 17 tuve unos años de entrar y salir de la cárcel en numerosas ocasiones.
Luego tomé metadona pero recaí en la cocaína por vía intravenosa y ahí empecé a degradarme físicamente, psicológicamente, hasta el punto que todo me daba igual. Era egoísta por no importarme mi familia, no querer responsabilidades, aunque tampoco podía. Tenía unas gafas de madera que no me permitían ver la realidad o, mejor dicho, no tenía el coraje de afrontarla.
– ¿Cuándo y cómo fuiste consciente de que tenías una adicción?
– Tomé consciencia de que tenía una adicción cuando me metieron preso con 17 años. Aunque no sabía cómo afrontarla. En varias ocasiones pensaba en dejarla y pasaba un día o dos sin consumir. Pero el síntoma de abstinencia era tan fuerte que al final siempre acababa volviendo. Con cada recaída la adicción se hacía más fuerte.
Yo ya era totalmente consciente de mi problema pero no podía dejarlo. Estuve en varios tratamientos, los cuales duraban muy poco. Cuando dejaba y ya había pasado el mono, siempre volvía a recaer auto-engañándome: me decía a mí mismo, “yo controlo, sólo es un homenaje”. Y ese homenaje me llevaba a las fuertes recaídas. Siendo consciente del problema que tenía ya hacía tiempo no quería dejarlo y llegué a pensar que nunca lograría salir del pozo, me rendía. Me dejaba llevar de nuevo por el mundo de la drogadicción y la delincuencia.
Cuando dejaba y ya había pasado el mono, siempre volvía a recaer auto-engañándome: me decía a mí mismo, “yo controlo, sólo es un homenaje”.
– ¿Cómo te afectaba la adicción en tu vida cotidiana, en tus relaciones, en tus responsabilidades?
– La adicción me afectaba en todos los sentidos. Me aislaba de la sociedad y, al mismo tiempo, también la sociedad, las personas que no veían mi enfermedad como tal, no me aceptaban. Notaba una total desconfianza hacia mí, cosa que era normal por mis actitudes: yo no era de fiar. Mi aspecto se degradó de tal manera que se me notaba de lejos que era toxicómano. No era capaz de afrontar ninguna responsabilidad, ni de trabajo ni de nada de nada.
– ¿Recuerdas alguna anécdota?
– Era detenido por la policía cada dos por tres. Mi padre me echaba a la calle, le hice sufrir mucho, también a mi madre, hermanos, tías, en fin… mi familia entera siempre intentaba ayudarme pero yo nunca quería admitir. Manipulaba la realidad, aunque era demasiado evidente mi problema.
Mi familia vivía mi adicción muy mal, sufriendo mucho por mí. Llegó a encontrarme con sobredosis en mi cuarto
Mi familia vivía mi adicción muy mal, sufriendo mucho por mí. Llegó a encontrarme en mi cuarto con sobredosis. Cuando no estaba por la calle buscándome la vida para encontrar mi dosis, estaba detenido en comisaría o me metían preso en muchas ocasiones. Todo esto estaba ocasionado mucho sufrimiento a la gente que me quería.
– ¿Qué cosas hacías por conseguir sustancias de las cuales hoy te arrepientes?
– La adicción me hacía robar mucho, manipular, mentir, vender todas mis cosas de valor: oro, tele, todo lo que pillaba que yo veía que podía vender para conseguir mi dosis.
– ¿Cómo encontraste la salida?
– Después de estar en varios tratamientos, todos fallidos, en 2008 entré en P.H. Ahí encontré mucha fuerza en mi interior con ayuda de los terapeutas y compañeros de tratamiento. Conseguí identificar muchas dificultades de las cuales yo no era consciente.
Con el día a día iba cogiendo responsabilidades y recuperando mi autoestima. Iba incorporando valores que había perdido por completo. Pasé muchas crisis que una vez superadas me hacían más fuerte y más consciente de las cosas. Logré llegar a la raíz del problema y no quedarme en la superficie.
– ¿Cómo fue el proceso de recuperación, qué hiciste para dejar las drogas?
– A lo largo de mi proceso personal logré independizarme, logré mantener un trabajo, sacarme el carnet de conducir. También estabilizar todas mis relaciones positivas, tener otra perspectiva de la vida, tener ilusión y, sobre todo, tener propósitos. Considero que el propósito de la vida es tener metas.
Aunque también tengo de vez en cuando mis vacíos y frustraciones, eh… Me duelen las cosas pero he aprendido a identificar y afrontar las dificultades que tengo de otra manera que escapar con las drogas. He aprendido lo importante que es la autoayuda.