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Creando estilos de vida sanos

Comer compulsivamente: Trastorno por atracón

Soy una persona de 45 años, introvertida, reflexiva y con curiosidad por aprender. A los 35 años fui madre, en consonancia con la crianza consciente. Debido a mi perfeccionismo, a mi poca capacidad para pedir ayuda y otros factores genéticos, no tuve las herramientas necesarias para gestionar ese cambio vital. Acabé con agotamiento y estrés crónico, con lo que mi relación con la comida, ya no demasiado buena desde el principio, se resintió y empezó una temporada de excesos, compatible con trastorno por atracón y que, mientras intentaba acabar con el problema, se fue extendiendo en mi vida como una mancha de aceite y fue evolucionando a lo que yo viví como una adicción a la comida hiperpalatable, con lo que acabé comiendo en cualquier momento, en cualquier cantidad, y por cualquier motivo menos por hambre real.

Marina Montaraz

TESTIMONIO: CUANDO LA COMIDA LO ES TODO

Cuando la comida ocupa TAAAANTO lugar en nuestra mente, se hace difícil poder «saborear» esos preciosos momentos en familia, que sabes que algún día se acabarán, siempre pendiente de que nadie te pille «con las manos en la masa», todo lo que podría ser vivido como neutro se transforma en «un día sin pan», se hace imposible prestar atención plena a una conversación trivial con la vecina sobre el último político «chorizo», durante mucho tiempo no tienes ni un mísero momento de aquellos en los que piensas que vas a «comerte el mundo», te «importa un pimiento» casi todo lo que acontece a tu alrededor… En fin, eso era el «pan de cada día» en mi vida.

Puede parecer «pan comido», pero no es un proceso fácil ni rápido este de quitarse la comida del «coco».

Y es que elegir el camino de siempre pero con alguna pequeña variación, esperando resultados diferentes es «pedir peras al olmo». Hasta que le «das la vuelta a la tortilla» y empiezas a «mandar a freír espárragos» lo que ya has visto que no funciona, por mucho que la publicidad y la cultura te lo meta «hasta en la sopa». Indagas, investigas, te haces un poco de «cacao mental» pero luego aprendes, y sacas conclusiones.
Y aunque al principio parezca que se trate de «ir pisando huevos», cuando empiezas a coger confianza y sabiduría, ya pones «toda la carne en el asador», vas a por todas, ya «no te la dan con queso» y «haces buenas migas» con el nuevo paradigma.

Y entonces ya vas viendo que ahora «tienes la sartén por el mango», que aprendes a manejar los impulsos, no sólo en los días buenos, sino también cuando «el horno no está para bollos», cuando estás «de mala leche» o cuando las cosas te salen «como un churro».
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Aunque también diré que un «ingrediente» esencial para que todo esto funcione es sentirte LIBRE en todo momento para comer lo que quieras y en la cantidad que quieras.