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Creando estilos de vida sanos

"Loco, sí. ¿Y qué pasa?

¡Loco! La palabra retumba como si cuatro simples letras subieran los decibelios hasta el infinito. A pesar del estruendo, un colectivo (que así prefiere llamarse, nada de asociación, que para eso ya están los familiares que se apropian de su voz, según denuncian) ha decidido hacer bandera del insulto y que sus reivindicaciones se escuchen todavía más alto que esas cuatro letras tan gruesas:

¡Loco!

- Oye, sí, estoy loco, pero no soy un ciudadano de segunda, soy una persona igual que tú, con unas características distintas a las tuyas, pero una persona también.

Alfonso Alonso siempre supo que era diferente y aceptó con resignación una etiqueta que le llegó de forma tardía, pero que cayó como una losa. Se encontraba bastante aislado, hasta que conoció al colectivo Orgullo Loco, un movimiento que, desde el año pasado, celebra el 19 de mayo en toda España el Día del Orgullo Loco.

Lorena Peña ha sido activista de salud mental desde el momento en el que la diagnosticaron, pero su cabeza hizo 'clic' al hablar con distintos grupos de "locos" o "personas psiquiatrizadas", porque la expresión "enfermo mental" prefieren dejarla de lado. "Al principio el término me chocaba y prefería hablar de diversidad mental. Pero me di cuenta de que el posicionarte como 'loco' te permitía resignificar todo aquel imaginario creado, plantarle cara y decir: 'Sí, ¿y qué pasa?'"

"Yo sufrí lo que creí una negligencia", explica Lorena sobre su historia. "Estuve un año sin poder andar como consecuencia de las llamadas contenciones terapéuticas, que de terapéuticas no tienen nada. En su momento pensé que había sido una mala praxis, pero al final te das cuenta de que no es una lucha personal contra los psiquiatras y los profesionales que te hicieron ese daño, sino que es una lucha contra un sistema que no funciona. La base de ese sistema es la vulneración sistemática de derechos", insiste.

Gabriel Paredes estuvo más de 15 años en una asociación y veía que siempre se hablaba de estigma pero que nunca se llegaba a nada. Año tras año. Charla tras charla. Creía que las peticiones no pasaban de lo abstracto y de los ruegos sin objetivo claro, y notó avances con el cambio de perspectiva: "He conocido a un montón de personas que estamos en esto y me siento cómodo", reconoce.

A ver, no caes en el 'sincericidio' y vas con un cartel siempre colgado que diga 'yo soy un loco', pero al final consigues tener esa fuerza en la conversación. Ves las reacciones, notas a la gente más distante, pero muchas veces es por la ignorancia de quien está recibiendo ese dato. Las películas y los medios de comunicación siempre nos pintan como agresivos y no tiene sentido, porque las estadísticas demuestran que los 'locos' somos menos violentos que el resto de la población y que somos nosotros los que sufrimos mayor violencia"