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Creando estilos de vida sanos

El poder de la heroĆ­na: un testimonio impactante

 Lo primero que probó fue la marihuana, luego pasó a la cocaína, y desde hace cinco años cayó en el mundo de la ‘H’, como le dicen en la calle a la heroína. Tiene claro que de 100 personas que se inician en el consumo, solo 3 logran salir, y a eso le está apostando desde hace cinco meses, tiempo en el que ha logrado combatir el mono (síntomas que sufren cuando dejan de consumirla). 

Sentado frente a un escritorio en la sede de la fundación donde se rehabilita, este joven, delgado, de ojos oscuros y piel trigueña llena de cicatrices por las peleas callejeras y las marcas de los pinchazos en brazos, manos, tobillos, piernas y cuello, le narró a La Opinión cómo es andar por el mundo de la heroína.

“Empecé con los más bajito, que es la marihuana. Luego me metí con la cocaína, y por último llegué a la heroína. Después de entrar en este mundo, todo fue un desastre. Tenía trabajo y lo perdí, me quedé viviendo en la calle y empecé a robar, porque necesitaba plata para consumir cada vez más”.

A los 20 días de haber probado heroína, Alfredo* intentó salir, pero no pudo. Dos días después de no inhalar la droga, le dolía todo el cuerpo, “sentía un hormigueo por todas partes, estaba desesperado, ese es el mono que da cuando uno deja de consumir. No aguanté y volví a comprar, y ahí me quedé hasta hace cinco meses, cuando inicie el tratamiento de desintoxicación”, señaló.

Al principio, consumía una dosis diaria, pero después subió a dos y así fue incrementando su compra, hasta llegar a entre siete y diez dosis al día. “Comencé a vender todo lo que tenía, hasta no tener nada, ni mí familia, y quedé en la calle. Llegó el día en que inhalaba e inhalaba heroína y no me sentía trabado... Entonces, decidí inyectármela y lo hice hasta tres veces por día... Me volví loco”. 

Desesperado, un día se inyectó cinco dosis seguidas. “La intención era matarme, pero quedé privado y tirado en el suelo. Fue detrás del templo Cristiano de Los Pinos. Estuve insconsciente como 12 o 15 horas... Cuando me levanté, estaba llenó de tierra y hojas. Ahí dije que no quería más esa vida. Primero, me interné en el Rudesindo Soto, donde empezaron a darme metadona; dije que no quería nada de eso y me salí, y llegué a la fundación donde hoy me estoy rehabilitando”

Fuente: https://www.laopinion.com.co/cucuta/el-poder-de-la-heroina-un-testimonio-impactante-143113#OP