Madre e hija unidas en su afán por ser Katie Price
Son madre e hija, Georgina Clarke de 38 años y Kayla Morris de 20 y se definen como adictas al botox entre otras cosas, porque aparte de los implantes y cirugías varias también pasan a menudo por las cabinas de bronceado y se han sometido a maquillaje semipermanente, blanqueamiento dental y extensiones de cabello.
Para financiar todo este derroche, Kayla abandonó al instituto a los 17 años y trabaja en un club de streeptease, además de depender de los ingresos que le aporta un señor mayor a cambio de "compañía", algo que, sin entrar en juicios moralistas, sorprende sobre todo porque hace sentir a su madre muy orgullosa, ya que les sirve a las dos para conseguir su sueño.
En teoría no se habían preocupado nunca por su aspecto hasta que Georgina vio una vez a Katie en una revista y decidió que quería ser como ella, de ahí se obsesionó siguiendo su programa en televisión y todo lo que hacía y empezaron a planear cómo convertirse en su réplica