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Creando estilos de vida sanos

TESTIMONIO DE UNA JOVEN CON TRASTORNOS ALIMENTICIOS

Yo no  no nací gorda, así me hice a consecuencia de mucho chocolate, helado y galletitas dulces. De chica no me gustaba comer nada más que cosas dulces, siempre amé el chocolate y todo lo que engordara, papas, chatarra, pancitos; y mi familia, que no quería complicarse la vida, no supo reeducar mi paladar. Empecé a engordar de manera notable como a los 6. A partir de allí coseché muchos sobrenombres y empecé a sentir el yugo del cruel potencial que todos los chicos poseen. Y aunque desde el kinder ya lo notaba un poco, en la escuela primaria fue que empecé a ser consciente de que mi cuerpo no era agradable a los ojos de los demás y lo procesé de la peor manera posible: mis compañeras delante mío, como si yo no estuviera, decían: “no hay que juntarnos con la gorda”, los varones me decían gorda como si fuera mi nombre de pila “ahí va la gorda”, “gorda me prestas?”, y el chico que me gustaba me decía “ballenato” o “vaca”. En mi casa mi madre que era obsesiva con el tema, empezó usando a mi tía para que tratara de ponerme límites y hacerme bajar de peso. Mi tía que pesaba unos 48 kilos y comía lo que se le antojaba. No tenía ni idea lo que es la mentalidad gorda. Tan es así que a mis 9 años cansada de fracasar me llevó a un “dietólogo homeopático infantil”; imaginas? Pero como ya te dije, mi tía no entendió nunca la mentalidad gorda porque ella es flaca, mi madre jamás lo entendió tampoco a pesar que tenía unos kilos de más; en su juventud no fue gorda y no es del tipo de persona que le importe. Metían el pan dentro de una recámara con llave, me escondían los dulces, bueno, simplemente se limitaron a esconder las cosas y a poner en la puerta de la alacena llave para que yo supiera qué es lo que no podía comer, pero yo la usaba con el fin opuesto y sabía que había dentro para cerciorarme de comer lo que allí figurara, cuando dejaban la puerta abierta me atracaba… tan pequeña y me atracaba…Obviamente la dieta no funcionó. Hoy todavía me pregunto por qué no me atuve a la dieta y me volví flaca; quizás allí todavía estaba a tiempo de dejar de ser gorda para siempre. ¿¿¡¡Por qué me aferré en lograr que me quieran así??¡¡ ¿¿¿por qué no dejé los postres y listo, no??? Quien sabe… Muchas respuestas pueden desligarme de la responsabilidad ya que a esa edad se supone que los padres deben hacerse cargo de una situación así, deben poner límites, educar el apetito, modificar malos hábitos. Lo concreto es que mi mamá y mi tía no lo lograron, quizás les gané un pleito terriblemente peleado, quizás nunca hubo batalla ni intentos concretos. Podríamos encontrar muchas razones para desresponsabilizar a mi familia también. De todos modos achacar culpas o responsabilidades no cambiará los hechos. El hecho es que a partir de ese momento y por el resto de mi vida fui y soy Gorda.

Fuente:https://uappo.wordpress.com/2012/06/12/testimonio-de-una-joven-con-trastornos-alimenticios/