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Creando estilos de vida sanos

Es el fentanilo un "infierno"

José" tiene 34 años y desde hace doce años libra una batalla contra la heroína, pero desde hace unos cuatro meses consume el fentanilo.

"Consumía heroína y en una de esas veces no tenían, y tenían fentanilo, fue cuando me lo ofrecieron, al principio no quise, me dio miedo, al mirar cómo era, como que no me animé. Es azul añil y viene en polvo y se prepara con agua en una cuchara.

"Me inyectaba, una dosis alcanzaba para unas dos o tres veces usarla, pero con el grado que traía de adición mi cuerpo necesitaba más droga fue cuando empecé más fuerte, necesitaba como unas siete, ocho picadas al día", externó.

En una ocasión probó el fentanilo en las ya "famosas" pastillas "M30", pero no tuvo efecto alguno, y al molerlas quedaba como una sustancia plástica que dificultaba inyectársela en la vena.

"Es como anestesia, antes usaba heroína pero es diferente, con el fentanilo no me hacía el síndrome de abstinencia como la heroína, pero tampoco me daba los efectos de la heroína, lo usaba y me daba sueño, anestesiaba el cuerpo y la heroína no, a parte de anestesiarme como decimos 'viajamos' y el fentanilo es como sueño y anestesia, pero no te trae viajado", ejemplificó.

"He consumido la mayoría de drogas y al principio cuando andas sobrio empiezas a consumir para sentir los placeres, después es una necesidad para no sentir malestares.

"El fentanilo no da tanta 'malilla' pero sí te quita la 'malilla' de la heroína, cuando no había heroína y me ponía fentanilo no sentía los malestares de la heroína", abundó.

Como en muchos casos, se inició en las drogas por invitación de un amigo, quien primero se la regalaba, pero a las dos o tres semanas de consumo diario se dio cuenta que la necesitaba.

Primero compraba pequeñas dosis llamadas "chispas", pero después tuvo que triplicar la cantidad de droga hasta llegar a consumir de seis a ocho veces al día.

"No llegué a andar en las calles, pero me generó que tuviera que renunciar, con mi grado de adicción empecé a robar en el trabajo, a meterme en problemas, a pedir prestado.

"Cualquier adicción causa problemas a la familia, con los hijos, no aportaba dinero en la casa, no convivía con mis hijos, esposa, vivía para consumir y consumía para vivir", recordó.

Uno de los momentos en que sintió que tocó fondo fue que llegó a drogarse en su propia casa, con su familia presente, se metía al baño para inyectarse la droga.

"Todo se siguió acumulando y tuve que salirme del trabajo y casa para no ocasionar más problemas, en ese momento renuncié y me vine para acá (centro de ayuda)", externó.