Carmen Cuidador Familiar
Mi marido tiene 80 años y fue diagnosticado de Alzheimer en 2007. Su enfermedad ha progresado muy rápido. He intentado manejar esta situación tan complicada como un nuevo trabajo, ya que antes no trabajaba. Mi marido aún puede andar un poco, se expresa sin apenas hablar y ya no puede comer sin ayuda. Poco a poco he ido adaptando y haciendo más seguras cada una de las habitaciones de la casa para minimizar el riesgo de caídas y se pueda hacer daño (en el pasillo, su habitación, el cuarto de baño…). Hay que pensar en todo, incluso en la ropa con la que le visto para que la sonda alimentaria no se le mueva.
Estos pequeños trucos que he ido aprendiendo con el tiempo los comparto con otros cuidadores. El resto del tiempo simplemente estoy ahí, leyendo, le animo a que juguemos a algún juego, cantamos… Afortunadamente no estoy sola en esta dura empresa; mis familiares y amigos están siempre disponibles para aquello que necesite, es muy importante el mantener una vida social. Aconsejo a todas las personas que tengan a su cargo un enfermo de Alzheimer de tomarse el tiempo necesario para considerar muy bien las necesidades y atenciones que requieren.
Es una tarea que asumo plenamente y que no me despierta ningún rencor porque quiero mucho a mi marido. Es mucho más complicado para otros que ya no pueden comunicarse con su ser querido y se distancian poco a poco.
Me he planteado la idea de internar a mi marido en una residencia, pero mientras conserve la salud y pueda ofrecerle los cuidados que necesita, prefiero que se quede en casa. Eso no quiere decir que no haya contactado con algún centro especializado. Anticipar y prever las dificultades del mañana es clave para mantener su seguridad.