AQUÉL DÍA
Yo siempre creí que mi "problema" era un "vicio" y que cuando yo quisiere lo podría dejar. Desafortunadamente, como en muchas otras ocasiones no tenía razón. Lo empecé a ver como "un problema" cuando al día siguiente de "un convivio" me levantaba con un fuerte dolor de cabeza y con muchas ganas de vomitar, o en otras ocasiones tenía muchas ganas de "otro trago". Más aún, cuando empezaba a sentirme mal por no recordar exactamente todo lo que había pasado un día anterior, era algo con lo que no podía estar. Ya había escuchado de "las lagunas mentales", pero "nunca creí que a mí me llegaría a pasar". Esa "cruda moral", era algo que me empezaba a atormentar, primero durante un día, después duraba semanas y luego meses, por esa razón me abstenía de consumir alcohol durante alguna temporada. La verdad es que un día llegué a pensar que yo no podía dejar de beber, ya mi "fuerza de voluntad" se había terminado, no sabía que esto era una enfermedad.
Finalmente, tuve que tocar ese "fondo de sufrimiento", algo que es necesario en un alcohólico para "buscar ayuda". No tenía en mente a dónde acudir, pero a donde nunca iría era a un grupo de Alcohólicos Anónimos. Pensaba que eran lugares denigrantes, en donde solamente se encontraban los "teporochos" o los del "escuadrón de la muerte". Al no tener otra opción tuve la necesidad de pedir ayuda, fue así como llegué a Alcohólicos Anónimos."
Para mi sorpresa no era como yo me lo imaginaba, sino que encontré un lugar limpio y transparente, en donde militaban hombres y mujeres, en donde hay un respeto mutuo, y que sólo nos hermana la misma enfermedad del alcoholismo. Es por ello que "aquél día" que llegué a Alcohólicos Anónimos no lo puedo ni debo olvidar.