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Creando estilos de vida sanos

Testimonios de Codependencia

Crecí siempre con temor, con miedo a fallar (cosa que siempre pasaba, como una profecía autorrealizada), crecí con la idea de que soy lo peor y nada merezco, crecí con el autoestima completamente devastada, frases como “solo vas a servir para muchacha del servicio”, “con esa cara tan bonita pero parece un tonel”, en fin si continúo, no acabo.
Esperando que mi papá me ayudara o mi hermana (menor) dejara de atacarme como mi mamá en versión menor, se me pasaron los años de infancia y adolescencia, y un día llevada por la desesperación salí de la casa materna o más bien del matriarcado en casa porque un día se perdió un anillo y en la mente de mi mamá solo se le pudo ocurrir que yo lo había empeñado (cosa que por supuesto era mentira), así que me fui a vivir lejos en Bogotá, no sin antes mi querida madre obligarme a traspasarle mi carro y no dejarme sacar más que la ropa que ella me había comprado.

Aún así salí de ese lugar; total, tenía mi carrera y lo que sí me había enseñado mi papá era a trabajar y luchar, así que miedo no tenía.

 

 

Empecé a trabajar, pasé de tener un carro a tomar un bus todos los días, pero sin la toxicidad de mi mamá. Sin embargo, ni estar lejos de ella logró que no saliera dañada. En todo estaban sus palabras… en todo; en escoger pareja; en el miedo a fallar; en mis trabajos; en la imperiosa necesidad de aprobación que me llevó a degradarme con mis parejas, al punto de rogar porque me creía incapaz de ser amada por nadie, pues siempre me sentí muy poca cosa.

Conocí una persona (obvio, después de varias rupturas muy dolorosas), que pensé era el indicado, pero después de mucho dolor, de renunciar a mi trabajo soñado y por el que tanto luché en nombre del amor, después de escuchar miles de veces lo mala que soy, después de dos hijas, después de oírle el: “Yo no te admiro”, entendí que así esté a miles de kilómetros, mientras no trabaje mi relación con mi mamá en terapia y me duela lo que me tenga que doler, estará mi mama presente en cada día de mi vida, como está hoy durmiendo en mi cama cada noche, aunque ya no me dejo hacer daño, pues eso sí lograron mi mamá y mi pareja de tanta crítica: volverme dura como la piedra que lanzaron ellos con cada palabra que me mató el alma.

Estoy sola en un país lejano, ahora estoy buscando trabajo para empezar mi vida sola con mis hijas y empezar una terapia urgente que me ayude a desaparecer los fantasmas de mi madre y que me ayude ahora a soportar la negatividad en las palabras de mi madre. Por cierto, ya no permito que me hieran, es más, no permito ni que opine de mi vida.

 

 

En caso de que mi historia le interese le pido nunca se mencione mi nombre.
Mil gracias por leerme,

Viviana