Ludopatía.

Aparte de lo arriba expuesto, quería dar testimonio de cómo me sentí el otro día cuando escuché en la radio una canción; era Lucha de gigantes, del fallecido Antonio Vega, que era toxicómano y también como yo vivió acompañado de una adicción décadas. Es una canción que hasta mi paso por la Asociación no me había llamado la atención; la había escuchado, me parecía bonita y ya está, pero el otro día tuve un sentimiento diferente, fue como una revelación, de repente entendía lo que Antonio quería transmitir, se sentía igual que yo y me pareció apasionante y extraordinario, nunca había experimentado una conexión así con una letra. Yo no soy un poeta, pero sé lo que significa para mí: “vaya pesadilla corriendo, con una bestia detrás dime que es mentira todo, un sueño tonto y no más, me da miedo la enormidad donde nadie oye mi voz”.

Ése era yo, sin poderle contar a nadie lo que me pasaba, huyendo con mi adicción en la espalda, que doy fe de que a la sensación de no tener voluntad se le puede llamar bestia. El estribillo de la canción es a mi modo de entender la mejor metáfora que he oído para definir los síntomas de la ludopatía, la huida hacia delante y la sensación de que hay algo o alguien en tu cabeza que te ordena jugar: “Deja de engañar no quieras ocultar que has pasado sin tropezar, monstruo de papel, no se contra quién voy o es que acaso hay alguien más aquí?”