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Creando estilos de vida sanos

Mi reacción a la vacuna antiCovid

Jalé el brazo hacia mí, pero no me respondió. Así que me incliné un poco, lo recogí y lo empecé a sobar. Mi mujer ya se había levantado y me preguntó que tenía. Le expliqué, aún amodorrado, que tenía el brazo dormido y que pensaba levantarme para ir al baño.

Tengo 62 años, casi 40 años de ser médico y 35 de ser sanitarista, entrenado como epidemiólogo. Tuve la fortuna de ser alumno y amigo del Dr. Abraham Bennenson, epidemiólogo en enfermedades infeciosas y autor del libro “Control de Enfermedades Infecciosasen el hombre” que edita la Organización Panamericana de la Salud (OPS). También he sido muy afortunado pues pasé cerca de 30 años trabajando para la Secretaría de Salud en ocho áreas diferentes y profesor de epidemiología por más de 30 años. 

La pandemia ha sido un azote terrible para la humanidad, pero es una oportunidad única para un epidemiólogo. Así que he vivido un año intenso de grandes retos y satisfacciones. A un año de haber empezado la pandemia, estaba más que listo para seguir las investigaciones, trabajo comunitario y dedicado a la serie de entrevistas y seminarios que se han venido multiplicando conforme avanzamos, mientras la población está más y más inquieta por salir del confinamiento.

La primera señal de alarma fue al incorporarme, traté de usar el brazo izquierdo, pero no respondió. Hice un giro y me levanté del lado derecho y ya francamente alarmado me di cuenta que mi pierna izquierda no respondía. Traté de tocarla con mi brazo y como soy zurdo, pues lo intenté con dicho brazo pero no tuve respuesta. Mi batallar fue escuchado y entendido por mi esposa pues se puso junto a mí y me ayudó a incorporarme. Con esfuerzos pude entrar al baño, pero al salir y tratar de apoyar la pierna izquierda, ésta cedió y me fui de bruces en la cama, sin que pudiera detener la caída.

Para ese momento mi mujer me preguntó si quería que me llevara al hospital. Creo que nunca esperó que mi respuesta fuera afirmativa. Despertó a su hijo Victor quien me vistió y prácticamente me cargó las escaleras para bajar. En ese momento eran las 5:13 de la mañana. A diez minutos de haberme despertado, estaba saliendo de la casa, sin saber qué pasaba pero sintiendo que me asomaba al infierno.

https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Testimonio-de-una-reaccion-adversa-20210423-0042.html