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Creando estilos de vida sanos

“Mi historia se remonta a mi infancia“

Mi historia se remonta a mi infancia. Desde siempre, según iba creciendo, también aumentaba de tamaño, de peso. Soy de fácil engordar y, para que negarlo, me gusta bastante comer. Con un 1,67 de altura llegué a pesar 182 kilos cuando sólo tenía 22 0 23 años, no recuerdo la edad exacta. Yo sé que el exceso de peso afecta a la movilidad, pero en mi caso, que vengo de una familia de ganaderos y me pasaba el día en el campo yo no lo notaba. Pero, efectivamente, la obesidad tiene consecuencias que las he ido pagando con el tiempo. De hecho, tengo actualmente grandes dolores de espalda por culpa de una hernia discal.

Cuando decidí ponerme en manos de profesionales, decidieron practicarme una banda gástrica para tratar mi problema de obesidad. Pero las complicaciones fueron sucediéndose una a una y cada vez más graves. El problema es que cada vez que me pinchaban, lo hacían a ciegas, sin pruebas de imagen que determinar cómo debería ser el procedimiento. Todo ello me condujo a pasar por quirófano en más de tres ocasiones, lo que me provocó una gran infección y permanecer dos años con un agujero en el estómago. Los especialistas que me atendieron en esa primera ocasión, a cada complicación ocasionada por su negligencia, me pedían dinero por solucionarla, cosa a la que yo me negaba y con razón. Fue entonces cuando decidí acudir a la seguridad social  para solventar el problema y allí me explicaron que tenían que retirar la banda gástrica  y que siguiera un autocontrol de comidas y practicar ejercicio. El caso es que, poco a poco, llegue de nuevo a los 131 kilos. Por esas fechas un amigo que había pasado por el mismo trance me recomendó ponerme en manos del Instituto de la Obesidad. Yo estaba aterrado, todo me daba miedo dada mi experiencia anterior. Pero cuando llegué allí me encontré en una situación distinta. Un gran equipo que me dio toda su confianza y cariño. Me explicaron al detalle los errores previos cometidos y me dijeron que mi opción era una gastroplastia tubular. Esto fue hace dos años. Los inicios fueron duros como se preveía en un principio dados los daños ocasionados al estómago en las intervenciones anteriores. A los cuatro días de la intervención había perdido ocho kilos, así sucesivamente hasta llegar a los 80.

Ahora llevo una dieta normal, es decir como poco pero cada dos o tres horas, y puedo comprarme ropa, hasta me quedan grandes algunas tallas. Lo que lamento es no haber conocido antes al equipo del Instituto de Obesidad, que me ha apoyado en todo momento y que son unos auténticos profesionales. Sigo acudiendo a mis revisiones cada vez más espaciadas en el tiempo, pero no dudan en atenderme ante cualquier duda. Gracias a ellos tengo una nueva vida, por eso recomiendo a todas las personas que estén sufriendo obesidad que sepan bien en manos de que profesionales depositan sus esperanzas y su salud, para no correr riesgos.