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Trastorno de remasticar la comida: la rumiación

El trastorno consiste en un patrón de regurgitación de la comida una vez tragada, para ser masticada de nuevo y volver a tragarla. La regurgitación no está asociada a malestar, ganas de vomitar o arcadas; al contrario, a las personas les suele resultar gratificante esta rumiación; aunque también hay porcentaje de personas que pueden estar de mal humor durante ella. En este trastorno alimentario las personas no pierden las ganas de comer, de hecho suelen comer con gran apetito, incluso a veces con gran voracidadEs importante el diagnóstico diferencial porque, en trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia, en ocasiones se dan conductas de rumiación, pero son trastornos separados.

 

El trastorno alimentario resulta conveniente que sea diagnosticado por un equipo multidisciplinar que cuente con un dietista nutricionista y un psicólogo experto en trastornos de la conducta alimentaria. En el caso de la rumiación infantil, la presencia de un psicólogo infantil resulta fundamental. Hay que señalar que, en muchos casos, la rumiación aparece como mecanismo de afrontamiento de niños que sufren abandono físico y/o emocional por parte de las personas que les atienden. Un niño deprivado, en un ambiente carente de estímulos, o con estímulos amenazantes, puede recurrir a la rumiación como modo de estimularse y también de calmarse y afrontar el estrés. Por supuesto que habría que atender no sólo la rumiación sino también los factores ambientales que la están provocando y manteniendo.

Criterios diagnósticos de la rumiación

  • Para poder ser diagnosticado, el niño o el adulto debe de haber comido con normalidad anteriormente.
  • Debe presentarse durante, al menos, un mes, y no de forma esporádica.

En ocasiones, el trastorno alimentario se produce de forma tan repentina y aguda que provoca que el niño o el adulto pierdan peso con mucha rapidez, situándose en situación de peligro, y llegando a darse que tengan déficits nutricionales. La regurgitación y presencia del alimento de modo continuo en la cavidad bucal erosiona el esmalte de los dientes, inflama las encías y provoca halitosis.

Un componente fundamental del tratamiento de este trastorno alimentario es realizar un abordaje preliminar con los cuidadores del niño que, en ocasiones, no poseen las herramientas educativas adecuadas o tienen problemas emocionales con la crianza y el cuidado del menor que arrastran de sus propias infancias. Por lo tanto, hay que corregir estos problemas que generan el trastorno; de otro modo, el trastorno alimentario no va a remitir, además de que la educación y bienestar emocional del niño quedarán seriamente comprometidos.