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Creando estilos de vida sanos

Poco espacio y rutinas organizadas

El encierro, la lavandina y el jabón ya forman parte de la rutina. Aprovechan el tiempo para compartirlo entre juegos, noticias, tareas domésticas y otras distracciones.

Nelson tiene 37 años y trabaja como encargado en la portería del edificio donde vive. Limpia con extremo cuidado los ascensores, el sector de la planta baja, las botoneras y los pisos. Guantes y alcohol en gel son sus grandes aliados cada vez que cruza el pasillo. Al volver a su hogar, toma ciertas precauciones. Dejar el calzado afuera, enjuagar la ropa y ducharse antes de tener contacto con los propios.
 

Su mujer, Verónica (34), trabaja en Telefónica por medio de la modalidad home office. Martina tiene 7 años y está cursando tercer grado en el Colegio Nuestra Señora de la Misericordia. Su rutina también se vio interrumpida con la suspensión de clases. En la escuela ya le habían hablado acerca del coronavirus. Le explicaron cómo se transmite y los recaudos que hay que tomar.

“Entiende que hay que quedarse en casa mucho más que nosotros”, cuenta Nelson. “'Papá, tenemos que quedarnos aquí', me responde cuando bromeo diciéndole que vamos a viajar a La Plata para estar en la casa, con más espacio, que tenemos allá”, puntualiza.

Para Martina no es un problema permanecer en su casa. “Qué dibujitos veían cuando eran chicos, cómo se comporta ese virus”, son algunas de sus tantas inquietudes. A diferencia de los mayores, encuentra con qué divertirse en todo momento. Jugar con muñecas, hacer la tarea subida al campus o dibujar y pintar el mundo en el pizarrón de su cuarto son algunos de sus preferidos. “Imagina que tiene una librería y con Vero pasamos a comprarle lo que vende”, comenta Nelson.