Algunos consumidores de éxtasis nos cuentan sus historias más locas
Hace unos siete años que consumo MDMA y no había sufrido ninguna mala experiencia hasta hace poco. Por supuesto, me ha pasado lo de "meterme demasiado, llegar al cielo, ponerme fatal y estar vomitando el resto del día" unas cuantas veces. A mí es que me suele dar un gran bajón después de consumir y casi siempre vomito. Pero la peor vez fue este año en el Festival de música Glastonbury. Fue todo muy injusto.
Le había comprado un par de gramos de "MDMA" a un traficante que no me había vendido nunca. Una de las noches, estaba tomando pastillas y jugando con ellas en la boca, me empezó a alterar de una manera exagerada, pero tampoco estaba del todo "puesta". Como soy una impaciente, seguí yendo a los baños móviles esos asquerosos para esnifar (lo sé, lo sé, es algo terrible que nunca deberías hacer).
Al poco rato, me lo había acabado casi todo. De vuelta a la tienda, me dio el bajón, era como si me estuvieran succionando el alma por el culo. Entonces mi amigo me echó el humo del cigarro en la boca, y eso me ayudó a empezar a vomitar. Al final, lo eché todo fuera, litros y litros que vomité. Mis amigos no se preocuparon demasiado, solo me decían cosas para animarme como, "Oh, ¿estás bien?"
Un buen resumen de mi noche sería el siguiente: a) sólo me estaba metiendo speed; b) era mitad MDMA y mitad mierda; c) me meto tanta serotonina en mi día a día que no esperaba ningún subidón.
Era como si me hubiese drogado con MDMA normal, pero si hubiera sido el caso, habría sido consciente de mis actos. Así que, moraleja de la historia: ¿cómo puedes saber cómo drogarte cuando no tienes ni idea de lo que te está bloqueando la nariz, que te sangra, mientras estás de rodillas y envuelta de papel higiénico?
Cuando tenía 19 años, fui a la fiesta que hacían en una casa y me tomé dos pastillas rosas como un auténtico idiota. Afortunadamente, esto fue sobre el 2009, cuando el éxtasis en el Reino Unido era muy flojo, e incluso en algunos casos no contenía nada de MDMA. Pero eso no evitó que vomitara justo después de tragármelas y que estuviera así durante las siguientes dos horas. Esas pastillas debían contener algo más porque mis vómitos no eran causados por el subidón, simplemente notaba que necesitaba vomitar.
Y, otra vez, como un imbécil, me fui a un arbusto a vomitar porque había una chica en la fiesta que me gustaba y me daba vergüenza. Por suerte, uno de mis amigos vino y me vio, me dio agua y llamó a una ambulancia. Si no hubiera sido por él, me hubiera quedado ahí y quién sabe lo que me hubiera pasado.
Un amigo mío se cagó encima en Manchester, Inglaterra, después de tomarse una pastilla. Sus amigos le quitaron la ropa en el baño, le lavaron los pantalones en el lavamanos y los pusieron bajo el secador de manos. Como era de esperar, los pantalones se volaban con el aire del secador y salpicaron agua con restos de caca a toda la gente que había ahí. Entonces, sus amigos le pusieron los abrigos encima y lo dejaron fuera, con todo el frío. Ellos se quedaron en el baño cuatro horas más. A pesar de todo, él estaba bien, sólo que un tanto avergonzado y cubierto en caca.
¿Hay algo peor en este planeta que tomar drogas con amigas que se drogan por primera vez? No, no lo hay. En este caso, la droga escogida fue el MDMA y mis amigas no eran ese tipo de gente con una salud tan buena que puedan permitirse el lujo de meterse esa mierda en un sótano donde hay chicas en la puerta del baño que ofrecen echarte "perfume" en las muñecas.
Decir que sentí que ellas eran mi responsabilidad no sería del todo cierto, pues si hubiese tenido el más mínimo sentimiento de responsabilidad, para empezar, no hubiera tomado MDMA —que compré a un tipo que se había graduado del mismo curso que yo tres años antes y que estaba disfrutando de una carrera lucrativa de graduado como el dealer del campus—. En esa maldita fiesta. Ya sabes, esas fiestas en las que la gente va vestida como le da la gana, donde siempre hay personas fuera y alguien ofreciendo pintar la cara a los demás a cambio de drogas. Ésta era una de esas fiestas.
De todas formas, como era consciente de que mis amigas no estaban cómodas, no pude dejarme llevar del todo. Y eso me jodió, pero decidí echar la culpa al MDMA, que era muy flojo. Así que seguí metiéndome mucho más, empecé a beber y lo siguiente que recuerdo es que ya era de día y yo estaba en posición fetal fuera de una estación de tren. Una chica que no había visto nunca estaba sentada al lado mío, esnifando ketamina que tenía esparcida encima de un espejo. Ahí terminó mi relación con el MDMA, pero estoy contenta por poder decir que mis amistades siguen intactas.
Yo no diría que fue una mala experiencia, pero una amiga y yo decidimos quedarnos en casa y tomar MDMA, no teníamos nada más planeado. Los dos tomamos pastillas y yo luego empecé a quejarme de que tardarían en hacerme efecto, pues normalmente me suben bastantes horas más tarde que al resto de las personas con las que estoy. Unos 12 segundos más tarde, tuve que ir al baño corriendo y ahí empecé a vomitar como un loco. Justo después me dio el subidón y la mandíbula me daba vueltas como una lavadora. Mi amiga se reía de mí por lo orgulloso que se me veía de cómo estaba, hasta que, segundos más tarde, ella tuvo que volar al baño para echarlo todo. Después de eso, todo fue genial.
Hace unos años, mi colega y yo condujimos hasta Brighton desde Londres para quedar con viejos amigos para salir una noche. Llegamos ahí muy tarde y, cuando lo conseguimos, todo el mundo estaba ya motivado para salir, así que al llegar nos atiborraron de drogas porque querían irse pronto. Yo me hice una raya de MDMA y, estúpido de mí, me tomé una pastilla, y justo después nos marchamos. Fuimos todo el camino tambaleándonos de un lado a otro. En cuanto llegamos a la cola, noté un terrible dolor en el estómago y vomité como nunca.
La siguiente hora casi no la recuerdo, pero mis amigos dicen que estaba desplomado en el barro, al lado de una gran cola de gente, mordiéndome los labios y vomitando los únicos jugos que me quedaban en el estómago. Vamos, un auténtico desastre. Moraleja de la historia: si vas a tomar éxtasis, sé responsable.