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Creando estilos de vida sanos

Un crudo testimonio de la lucha por superar la adicción

“Carezco de justificativo lógico por el hecho de haberme involucrado en las adicciones”, dice Pablo Brusa en la primera frase de su libro “Cable a Tierra”, un testimonio crudo de cómo el consumo habitual de marihuana, cocaína y alcohol terminó embargando veinte años de su vida, cómo logró despertar a tiempo para pedir ayuda y cómo es la enfermedad que hoy mismo, aunque libre de sus adicciones, aún siente que sigue presente en él.

En un tiempo en que crece el consumo de drogas ilegales entre los más jóvenes, la frase inicial del libro tal vez resulte especialmente reveladora para entender la trampa de una adicción. Hijo de una familia de clase media de La Plata, alumno destacado del Colegio Albert Thomas y un hombre de mundo, Pablo asegura que “siempre hay pretextos para consumir si uno los quiere encontrar”.

En su caso en particular, como relata en Cable a Tierra, la excusa fue una novia que lo abandonó después de seis años juntos y cuando él tenía poco más de veinte años de edad.

“Estaba un poco deprimido y me fui a buscar la vida a Arraial D`Ajuda, donde empecé a relacionarme con gente que fumaba marihuana y comencé a fumar también yo en forma regular. Claro que en ese momento no sentía que fuera un problema, aunque el problema existía porque ya no estaba pensando bien y consideraba eso algo normal”, dice hoy.

La cocaína llegó a su vida unos años después. Tras un intento de probar suerte en Suiza, donde hizo toda clase de changas para sobrevivir, a mediados de los noventa regresó a La Plata sintiéndose “vencido”.

“Volvía decepcionado. Me comparaba con la gente de mi edad y me sentía un desastre. No me gustaba a mí mismo y cuando me di cuenta estaba metido en un grupo de gente que consumía cocaína en forma habitual. Llegué a tomar hasta tres o cuatro veces por semana sin ningún control”, relata el autor.

“Como siempre, al principio era excitante pero después se volvió decadente y no podía salir. Sin esa porquería blanca no aguantaba el sufrimiento, que a su vez era cada vez peor. Era como necesitar dinero y pedirle a un prestamista: me enterraba cada vez más. Y el grupo de gente que me rodeaba, con el que formábamos una sociedad en la que todos supuestamente nos cuidábamos, en realidad era incapaz de ayudarme porque estaban tan enfermos como yo”, cuenta.

A lo largo de los últimos veinte años, Pablo atravesó un intento de suicidio y cuatro internaciones en clínicas psiquiátricas y centros de rehabilitación. “La primera vez fue por decisión mía; las otras tres contra mi voluntad”, dice al relatar esas duras experiencias que le permitieron aprender cada vez un poco más sobre sí mismo y su adicción.

“La última vez estuve internado casi un año y medio, y fue realmente muy duro, pero creo que pude salir porque entendí que era necesario. Nadie maneja esto solo: todos necesitamos ayuda para salir. Hoy creo que mi mayor fortaleza, lo que me permite mantenerme fuerte, es precisamente reconocer mi propia vulnerabilidad”.

“¿Por qué llegué a consumir drogas? No lo sé muy bien reconoce Pablo. Podría poner un montón de excusas pero creo que el fondo la gente consume porque no es capaz de aceptar que en la vida, así como hay momentos buenos, también hay momentos difíciles que no se lo puede eludir ni tapar. Hay que afrontarlos con la esperanza de que no duran para siempre y en algún momento vuelve a salir el sol”.

Fuente: https://www.eldia.com/nota/2017-3-28-3-35-54-un-crudo-testimonio-de-la-lucha-por-superar-la-adiccion-a-las-drogas-y-el-alcohol