Testimonio de un Alcoholico
Me inicié en el alcohol a los 16 años de edad una noche que un amigo me invitó a dormir a su casa, ya que no estarían sus padres. Lo que bebimos fue brandy con refresco de cola. Esa fue mi primera borrachera. Esa noche inició una peda que hoy, a mis 30 años, no ha terminado.
Cuando pienso en mi alcoholismo lo tomo con gracia y me es inevitable afirmar que en parte es culpa de mi papá, ya que él es un alcohólico de varias décadas. Incluso estuvo en Alcohólicos Anónimos (AA) durante cinco años, hasta que volvió a la borrachera con más fuerza. Hoy a sus 60 años, jubilado, bebe casi a diario.
En épocas navideñas me gusta recordar una noche que llegué de la calle y lo primero que vi al abrir la puerta de la casa fue a mi papá tambaleándose frente al pino navideño. El árbol, por fortuna, todavía no tenía colocados los regalos y, digo por fortuna, porque mi papá lo estaba orinando con canciones de Chavela Vargas de fondo. Un año después mi papá ingresó a AA y yo repetí su hazaña orinando en la estufa, donde mi mamá nos preparaba la comida.
En eso nos parecemos mi papá y yo: si estamos muy ebrios y con la mirada perdida podemos orinar en donde sea.