"La muerte que se consume".
“Fumé durante más de 25 años. Empecé ‘por gusto’ y terminé necesitando oxígeno para respirar. Un día desperté en terapia intensiva: mis pulmones colapsaron por una crisis respiratoria causada por EPOC. El médico le dijo a mi familia que tenía pocas horas. Sentí que me ahogaba aun estando acostado. Sobreviví, pero perdí parte de mi capacidad pulmonar para siempre. Hoy camino pocos metros y me canso. Si pudiera regresar el tiempo, jamás habría encendido el primer cigarro. El tabaco no te avisa: te va quitando la vida poco a poco… hasta que casi no queda nada.”
— Exfumador, 52 años
|