“Pensé que controlaba el cigarro… hasta que dejó de ser cierto”
"Empecé a fumar a los 16 porque todos mis amigos lo hacían. Era ‘solo uno’ después de la escuela, y juraba que nunca iba a ser de esos que necesitan el cigarro para todo.
A los 22 ya no podía comenzar el día sin uno. Lo que más me pegó fue cuando subía unas escaleras y me faltaba el aire como si hubiera corrido un maratón. Tenía apenas 29 años. Mi ropa olía, mis manos olían, y hasta mi familia me lo decía. Yo lo negaba todo, porque aceptar que estaba enganchado me hacía sentir débil.
El punto de quiebre llegó cuando en una fiesta salí a fumar y me quedé solo, tosiendo, pensando por qué seguía haciéndome eso. Ahí acepté que ya no era un hábito… era una dependencia.
Dejarlo me costó un chingo. Pero hoy, después de tres años sin tocar un cigarro, respiro mejor, ya no toso en las mañanas y siento que recuperé control de mi vida. Si estás fumando y crees que “tú sí puedes detenerte cuando quieras”, yo también lo pensé. Y también me equivoqué.”
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