“Cuando el gimnasio dejó de ser salud y se volvió obsesión”
Mis amigos me decían que ya estaba demasiado marcado, pero yo no lo veía. Llegó un punto en el que rechacé salidas, comidas familiares y viajes solo para no perder mis rutinas. Vivía contando proteínas, calorías y comparándome con otros en redes sociales.
El punto de quiebre fue cuando me desmayé por agotamiento. Ahí acepté que algo no estaba bien. Busqué ayuda profesional y empecé terapia. Me costó mucho dejar de obsesionarme con mi cuerpo, pero aprendí a escucharme, a descansar y a dejar de medir mi valor en kilos de músculo.
Hoy vuelvo a entrenar, pero por salud y no por obsesión. Me tomó tiempo recuperar mi vida, pero lo logré. Y si tú estás pasando por algo parecido, pedir ayuda no te hace débil: te hace valiente.”
|