“Me veía asquerosamente mal, miraba al espejo y lloraba”
“Empecé a hacer 25 kilómetros diarios en bicicleta, menos un día a la semana que hacía 50. Era completamente una obsesión, pensaba que si no terminaba la rutina me iba a convertir en una bola. No le puse nombre a lo que me pasaba hasta que en un hospital de día en el que ingresé por sintomatología depresiva e ideación suicida, una enfermera sugirió que podría padecer vigorexia.
Antes me veía asquerosamente mal, miraba al espejo y lloraba. Ahora peso lo mismo, o incluso más, pero me veo divino.
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