“No podía fallar en nada”: vivir bajo la presión de la perfección
“Sentía que no podía fallar en nada, ni siquiera equivocarme al escribir un mensaje.”
Desde niña me enseñaron que portarme bien y hacer todo perfecto era lo esperado de mí. En la escuela lloraba si me salía de la línea al colorear, y hoy me paralizo si siento que algo no está impecable. Me cuesta delegar, revisar mil veces un correo antes de enviarlo me roba horas, y cuando algo no sale como lo planeé, me invade la sensación de fracaso.
Lo peor es que ni siquiera disfruto mis logros. Siempre pienso que pude hacerlo mejor o que “no era para tanto”. Empezar terapia me ayudó a entender que no necesito ser perfecta para ser valiosa, pero sigue siendo una lucha diaria. Estoy aprendiendo a darme permiso para fallar... aunque aún me cuesta mucho.
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