Entender mi mente
Mis síntomas empezaron a los 19 años. Había días en los que no me podía levantar, sentía una tristeza profunda, pensamientos oscuros, un agotamiento inexplicable. Luego, de pronto, me sentía invencible, hablaba rápido, dormía poco, hacía planes desmedidos. Me decían que era ‘emocional’, que lo mío era solo estrés.
Viví así casi diez años, sin entender qué me pasaba. A los 27, tras una crisis severa, finalmente me diagnosticaron trastorno bipolar tipo II. Fue un alivio, pero también el inicio de un camino difícil.
Empecé tratamiento farmacológico y psicoterapia. Al principio fue frustrante: los medicamentos no actuaban de inmediato, me sentía rara, cansada. Cambiamos de fármacos varias veces hasta encontrar el adecuado. Descubrí que esto no se trata solo de ‘tomar pastillas’, sino de aprender a conocer mis señales, llevar un registro emocional, cuidar el sueño, la alimentación, y establecer límites.
Hoy comparto mi experiencia en redes sociales porque quiero que otras personas sepan que no están solas. Vivir con trastorno bipolar no me hace menos valiosa. Sí, tengo días difíciles, pero también tengo herramientas, apoyo y una red que me sostiene. Y eso, para mí, ya es ganar.