Creando estilos de vida sanos

"Me pedía fotos desnudas solo por ser influencer en Tik Tok"

En noviembre de 2018, empezó a ver vídeos en la red social. De vez en cuando subía los suyos propios y seguía a “muchos influencers para descubrir qué es lo que estaba de moda”.

Tenía por entonces 14 años y reaccionaba a menudo a los vídeos de uno de esos influencers, que se hacía llamar Square Weson. En poco tiempo, empezaron a hablar a través de los comentarios de los vídeos y el famoso la agregó a un grupo de fans de Instagram. “Era más práctico para hablar, ya que en TikTok tenía una cuenta pública con muchísimos seguidores y había bloqueado la opción de recibir mensajes directos”.

Algo similar sucedió con Audrey, una joven que tenía 13 años en el momento de los hechos y cuyo nombre real también se ha ocultado. La joven también seguía a Square Weson en TikTok y en Instagram. Un día el influencer invitó a sus seguidores a unirse a una historia privada con público limitado. Audrey solicitó entrar y él la aceptó.

Al principio todo marchaba correctamente, pero después Weson publicó un mensaje en el que pedía a sus seguidoras que le enviaran nudes (fotos sin ropa). Algo sorprendida, Audrey le preguntó en un chat privado si lo decía en serio.

Me di cuenta de que lo decía en serio y que quería que le mandara fotos desnuda, así que le dije que parara, peró él empezó a preguntarme de qué color era mi ropa interior

Léa estaba en su misma situación. El ambiente en el grupo privado era muy infantil. Las seguidoras rondaban los 14 años, mientras que él tenía 17. Hablaban de todo y de nada en concreto. “Era como estar con mis amigos, nos llevábamos bien, era un chico simpático”.

Leïla, otra joven cuyo nombre real se ha ocultado, tenía 13 años cuando creó una cuenta de fans de Square Weson en Instagram, donde subía fotos y vídeos del influencer. Este comenzó a seguirla y empezaron a hablar en un grupo con más seguidores. “Era algo normal, no pasaba nada raro al principio”.

Una noche, de repente, todo se torció. Leïla decidió crear un grupo con su mejor amiga y con Square. “Él empezó a hacernos propuestas sexuales y nosotras le seguimos el rollo. Estábamos locas por él, queríamos que nos viera como algo más que seguidoras”. Con el tiempo, “empezó a mandarnos a todas horas fotos de sus partes íntimas e incluso vídeos masturbándose”.

Entre las dos jóvenes se lo empezaron a tomar como una competición y comenzaron a hablar en privado con el influencer. “Me pedía que le mandara fotos desnuda dos o tres veces al día. Al principio yo no quería, pero acabé cediendo. Me hice una con sujetador y otra, sin. Él hizo capturas de pantalla y me dijo que le ‘encantaban’ las fotos”.

Léa lo vivió de otra manera: “Una de las chicas del grupo me dijo que Square y ella se mandaban nudes, pero pensaba que lo decía de broma”.

En cuestión de una semana, Square empezó a hablar con Léa en privado. Las conversaciones se producían a diario a través de Instagram. “Me sorprendió, no me lo esperaba. Al principio estaba contenta, no me daba cuenta de cómo era él. Al cabo de un día solamente, me dijo: ‘Oye, mándame una foto desnuda, por favor. Solo una’. Quería fotos mías desnuda a cambio de las que me enviaría él”.

Léa no se sintió cómoda: “Le dije que no, que no quería, que era joven y que no me interesaba hacer esas cosas. Él insistió varias veces, pero al final le dije: ‘Que no, deja de insistir’, él me respondió ‘ok’ y se acabó. Estaba un poco incómoda y sorprendida, pero me lo tomé a risa porque no sabía si estaba de broma o no”.

Unos días después de que Audrey preguntase a a Square si lo de solicitar nudes iba en serio, él le mandó “varias fotos en calzoncillos”. “Me entró miedo cuando me di cuenta de que lo decía en serio y que quería que le mandara fotos desnuda, así que le dije que parara, pero él empezó a preguntarme de qué color era mi ropa interior y ese tipo de cosas”.

Por petición de las jóvenes y para garantizar su anonimato, las capturas de pantalla de sus conversaciones no pueden ser publicadas.

Estos hechos son susceptibles de diversas interpretaciones penales, según el abogado penalista Eric Morain. Se pueden considerar “abusos sexuales o ciberacoso en función de la frecuencia de las peticiones y, sobre todo, corrupción de menores, aunque el autor también fuera menor en el momento de los hechos”.

A petición de la edición francesa del HuffPost, el tiktokero Square Weson ha accedido sin problemas a responder unas preguntas. No obstante, ya explicó el 25 de junio su versión en Instagram Stories. “Desde hace una semana se han publicado noticias y pantallazos contra mí, me han acosado y difamado y han difundido una foto mía. No voy a ceder en ningún caso, he tenido tiempo de informarme de mis derechos y de la ilegalidad de vuestros actos”.

Square Weson señala que sus redes sociales han sido gestionadas por trabajadores externos que han guardado “todos los mensajes que pueden llevar a juicio”.

“He querido guardar silencio sobre las noticias que están saliendo y tomarme todo este tema a risa, pero al ver la gravedad de las acusaciones he decidido pasar a la acción para defenderme. Aparte de estas supuestas víctimas y de mí, nadie conoce la verdad y la justicia demostrará que tengo razón. Haré todo lo que sea necesario para que se haga justicia”.

Al día siguiente de que Square Weson le pidiera fotos desnuda a Léa, esta les contó a sus amigos lo sucedido. Ellos también se quedaron estupefactos y pensaron que era conveniente averiguar si el influencer iba en serio. “Le dije por mensaje privado que iba a crear un grupo para mandar desnudos y le invité a ese grupo con mis amigos. No tenía intención de mandarle las fotos, pero quería saber si él  las pedía de verdad”.

Al cabo de un día solamente, me dijo: ‘Oye, mándame una foto desnuda, por favor. Solo una’

Square Weson quería recibir fotos antes de mandar as suyas. Viendo que Léa ni las demás personas del grupo lo hacían, se enfadó. “Se dirigió de forma racista a uno de mis amigos del grupo haciendo referencia a la esclavitud por su color de piel. Amenazó con escribirle un correo a nuestro colegio y dijo que podía piratear nuestras cuentas y las cuentas bancarias de nuestros padres. Decía que podía hacer todo lo que le diera la gana, así que nos entró miedo y salimos del grupo”.

Según Morain, estos mensajes se pueden considerar “incitación al odio, injurias por origen étnico e injurias personales”, pero también “amenazas”.

La tensión aumentaba también para Audrey. “Me amenazó diciendo que si no le enviaba fotos desnuda, publicaría en su cuenta que sí que se las había enviado”, pero la joven no se dejó amedrentar: “Le advertí que iba a hacer capturas de pantalla y mostrárselas a todo el mundo si no paraba ya”.

Su advertencia surtió efecto enseguida: “Borró todos sus mensajes, me bloqueó y se acabó. Me sentía un poco perdida, aliviada pero decepcionada porque me habría gustado mostrarle a todo el mundo su verdadera cara”. Sin pruebas, se lo contó a sus amigas, que se negaron a creerla a pesar de que denunció por Snapchat el comportamiento del influencer.

Para Leïla, el envío de desnudos no fue más que el comienzo de la historia. Un tiempo después de empezar a hablar con él, Leïla creó una cuenta para fans de otro influencer. Cuando se enteró, “Square me dijo que iba a dejar de hablarme, me bloqueó y dijo en otras cuentas de fans que hicieran lo mismo”.

“Intenté decirles a mis amigos que era un pervertido, que solo quería fotos de sus seguidoras desnudas, pero una de ellas se lo contó”. El influencer creó varias cuentas falsas para hablar con Leïla. “Me amenazó con exponer mis fotos en sus historias y con contarles todo a mis padres”.

Desde entonces, Leïla fue al colegio con miedo. Con ayuda de una influencer, trató de recuperar las pruebas del comportamiento de Square para hacer un vídeo y exponerlo en TikTok. “Por desgracia, una amiga mía se lo contó a quien no debía y Square se enteró. Creó una cuenta con mi nombre y apellido y una cuenta atrás para publicar los desnudos que le había enviado”. La cuenta fue bloqueada antes de que las fotos vieran la luz.

“Al principio, cuando me amenazó, lo pasé mal, pensaba que había arruinado mi vida. No quería contárselo a mis padres porque es duro decirles que su hija de 13 años ha enviado fotos de sus pechos”, explica Leïla.

A diferencia de Audrey y Leïla, aunque Léa se sorprendió mucho cuando le sucedió todo esto, al principio no le dijo nada a nadie, ni siquiera a sus amigas. “Como era algo virtual, me parecía menos real que si hubiera sido cara a cara”.

Para Leïla, hablar sobre su experiencia aprovechando la publicación del hashtag era necesario. “Me creé una cuenta anónima en Twitter y lo conté todo. Vino mucha gente para decirme que sentía mucho lo que me había pasado y eso me dio la fuerza que necesitaba para dejar de esconderme. Me dije que ahora que Square tenía a todo Twitter vigilándole, no se atrevería a amenazarme”.

Creó una cuenta con mi nombre y apellido y una cuenta atrás para publicar los desnudos que le había enviado

La joven ha salido fortalecida de esta experiencia. “He comprendido que las redes sociales no siempre son sanas y que hay que cuidar con quien hablas. Que sea influencer no quiere decir que sea perfecto; puede ser una mala persona”.

He comprendido que las redes sociales no siempre son sanas y que hay que cuidar con quien hablas. Que sea 'influencer' no quiere decir que sea perfecto

Gracias a #BalanceTonTiktokeur dice sentirse mejor por saber que no está sola: “Aunque hay que soportar una presión enorme que no le deseo a nadie”.