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Creando estilos de vida sanos

No sé quién soy sin ti; eres mi razón de vivir

Mi vida giraba en torno a él, a sus necesidades, y siempre esperaba y necesitaba su aprobación antes de tomar una decisión, por muy fácil que esta fuese. Mi felicidad dependía completamente de su presencia en mi vida y me sentía perdida sin él y sin su consejo. El trato de él hacia mí no era cariñoso, casi siempre estaba enfadado conmigo, criticaba mi forma de vestir o de actuar, lo que me creaba mucha inseguridad. Al principio, nuestra relación era genial, llena de amor y conexión. Pero poco a poco, esa conexión se convirtió en una obsesión por mi parte. Cada vez que él se alejaba o expresaba su deseo de pasar tiempo solo o con sus amigos, yo me mostraba celosa y me ponía triste. Solo podía pensar en lo que podría estar haciendo sin mí, si me seguía amando o si había algo que yo estaba haciendo mal. La ansiedad se apoderaba de mí cada vez que no estaba a mi lado. Necesitaba llamarlo, saber qué estaba haciendo, con quién hablaba, con quién reía, etc. Para mí, él se había convertido en el centro de mi atención, y me alejé de mi familia y de mis amigos. Fue un buen amigo mío quien hizo darme cuenta de lo que pasaba y pude contar con su apoyo, y también con el de otros amigos y familiares. Al principio, fue difícil admitir que tenía un problema y que necesitaba ayuda. Pedí cita en el centro AIS Pro-Juventud, y ese fue el primer paso hacia mi recuperación. La terapia psicológica se convirtió en mi refugio. Aprendí a entender mi forma de pensar y a trabajar en mejorar mi autoestima. Poco a poco, comencé a reconstruir mi vida fuera de la sombra de mi pareja. Empecé a redescubrir mis pasiones, a hacer nuevos amigos y a reconectar con viejos intereses que había dejado de lado. El camino hacia la recuperación no fue fácil. Hubo recaídas, momentos de debilidad y dolorosas despedidas. Pero cada obstáculo me hizo más fuerte. Aprendí a amarme y a entender que mi felicidad no dependía de nadie más que de mí misma. Aprendí a valorar mis propias necesidades y a establecer límites saludables en mis relaciones. Hoy, puedo decir que, después de un año de tratamiento (individual y en grupo), he superado mi dependencia emocional. Estoy estudiando en la universidad, tengo una nueva pareja con la que tengo una relación saludable, basada en el respeto mutuo y la independencia personal y emocional. Pero lo más importante es que mi relación conmigo misma es más fuerte y sana, que nunca. Me siento completa, segura y capaz de enfrentar cualquier desafío que la vida me presente.