31 de July del 2025
Un artículo reciente destaca el auge de estafas laborales y el uso de deepfakes como causas clave en el incremento de la paranoia social e institucional. Personas como Nicole Yelland, víctima de un engaño laboral, ahora verifican cuidadosamente cada contacto desconocido mediante pruebas de datos, idiomas y videollamadas.
Según la Comisión Federal de Comercio de EE.UU., los fraudes relacionados con ofertas de trabajo casi se triplicaron entre 2020 y 2024, pasando de pérdida de 90 millones a 500 millones de dólares. Estos engaños, permitidos por la tecnología deepfake, han perfeccionado la suplantación de identidad: ya no basta con fotos falsas, ahora pueden imitar voces y movimientos en videollamadas en tiempo real.
En respuesta, empresas tecnológicas y startups como GetReal Labs trabajan en herramientas de reconocimiento de deepfakes y verificación de identidad mediante biometría o blockchain. No obstante, muchas personas aún recurren a métodos tradicionales: pedir conocer datos locales, hacer preguntas personales o validar de manera manual la identidad de alguien
Aunque el sentido común sigue siendo la mejor defensa, esta situación genera una tensión creciente entre la necesidad de seguridad y la confianza interpersonal en un mundo laboral cada vez más remoto y digitalizado
Este tipo de fraudes profundiza el sentimiento de paranoia social: ya no se trata solo de ciberacoso o vigilancia, sino de que cualquier interacción digital puede ser ficticia o manipulada. El miedo a ser engañado profesionalmente y la constatación de lo sofisticados que son los mecanismos de suplantación aumentan la desconfianza generalizada y social.
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