31 de diciembre del 1969
Cersei Lannister, el celebrado personaje de Juego de Tronos es un perfecto ejemplo de personalidad narcisista, según Dafne Cataluña, psicóloga y fundadora del Instituto Europeo de Psicología Positiva. Como en esta apasionante historia, es el entorno del narcisista el que más se resiente: “Las constantes faltas de respeto y valoración suelen afectar a la autoestima de las personas que conviven con ellos y ellas”. El narcisista puede experimentar la soledad porque las personas que se encuentran en la vida no se quedan en sus días, pero es poco probable que lo identifique como un problema que tiene que solucionar: “lo suele atribuir a un fallo de los demás”. Manuel Nevado, doctor en Psicología y profesor de la Universidad Europea de Madrid, define el narcisismo como “un tipo de personalidad que puede originar un trastorno y alterar de manera significativa la vida tanto de la persona que lo padece como de quienes le rodean”. En numerosas ocasiones, el narciso obtiene un refuerzo importante por algunas de sus conductas: “Son catalogados como carismáticos, alta autoestima…, pero detrás de estas características deseables se esconde una personalidad que busca solo su beneficio y satisfacer su ego”. Criterios característicos ¿Cómo se puede distinguir a un narcisista? El manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales de la asociación Americana de Psiquiatría describe cuáles son los criterios característicos y establece que deben cumplirse 5 o más para que se trate de un narcisista. El primero de ellos es un concepto sobre sí mismo grandioso, es decir, un "yoismo" que lo lleva a exagerar sus propios logros y capacidades, pretende ser reconocido como superior sin haber tenido resultados proporcionados. Es clave la ausencia de empatía, no reconocer ni identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás. “La falta de empatía es un elemento muy representativo, no siente el dolor de los demás y no le importa causar daño para conseguir sus logros”, apostilla Dafne Cataluña. Otros criterios son la exigencia de una admiración excesiva, y creerse especial y único, y que sólo puede ser comprendido por personas especiales o de alto estatus. El narcisista está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza y amor imaginarios; es muy pretencioso (por ejemplo, tiene expectativas irrazonables de recibir un trato especial) y es interpersonalmente explotador (saca provecho de los demás para alcanzar sus metas). La descripción se completa con un sentimiento de envidia a los demás o la creencia de que los demás le envidian a él, y con comportamientos o actitudes que son arrogantes o soberbios. “Los narcisistas insisten en tener lo mejor de todo o en persuadir constantemente a los demás de ello”, añade Manuel Nevado, quien habla de hasta nueve tipos de narcisismos, aunque se pueden mezclar diferentes roles: el dependiente, el amante especial, el poderoso, el cuerpo, el furioso, el estafador, el fantasioso, el mártir y el salvador. El narcisismo se fragua en la infancia: Ambos psicólogos coinciden en que la personalidad narcisista se fragua en la infancia. “Uno de los elementos que se ha observado que ejerce influencia es que en la educación se haya engrandecido tanto la autoestima que se haya generado una percepción en el sujeto como que es mejor en todo y en comparación con todos, o que hayamos permitido y validado que, para conseguir lo que uno quiere, se puede hacer daño a los demás”, apunta la directora del Instituto Europeo de Psicología Positiva. Nevado destaca que hay niños que ya presentan algunas características, que se agudizan después en la adolescencia, como son un sentido excesivo de su propia importancia, una necesidad profunda de atención y admiración, ignorando las necesidades de otros por su falta de empatía, un comportamiento interpersonal desadaptado y una actitud de menosprecio y desvalorización hacia los demás. "Es importante estar atento a estas conductas para poder detectar este tipo de comportamientos narcisos", comenta el profesor de la Universidad Europea. Cataluña también conmina a los padres a estar pendientes, aunque parezcan detalles pequeños que se puedan atribuir a la propia infancia, "ya que estos valores se pueden enraizar de forma adaptativa desde el inicio". No pide ayuda si no percibe beneficios : Es en ese momento cuando la psicoterapia puede conseguir mejores resultados, ya que cuando el problema está asentado, es muy difícil que el narcisista se dé cuenta de que necesita ayuda para trabajar sus parámetros conductuales y aprender a desarrollar conductas más adaptativas: “Es muy infrecuente que solicite ayuda, tiene que percibir un beneficio, como que mejoren sus relaciones o gestione mejor sus emociones cuando ha visto que se le han ido de las manos porque ha mostrado demasiada rabia o ira”, explica Dafne Cataluña. Para esta especialista, es importante introducir en la infancia el concepto de la compasión: “Que sienta el dolor ajeno y que, a partir de ahí, modifique su comportamiento”. Avisa de que a veces un exceso de motivación puede causar una falta de empatía y de que poner límites a los niños es esencial: “Hay que actuar si observamos que el niño se está tiranizando, no restarle importancia cuando provoca daño a otros niños o familiares”.