27 de marzo del 2023
La gente que lucha contra la adicción al sexo y/o la pornografía se convierte en esclava de la conducta con incapacidad de decidir cuándo, cómo y dónde tener sexo o ver porno. Estas personas dejan de disfrutar una vida acorde a sus valores y a sus metas, se sienten presos de esta conducta que daña su autovalía e integridad.
Una sexualidad saludable puede construir una buena autoestima y crear los vínculos más cercanos e íntimos en las parejas. En comparación, una sexualidad mal llevada puede dañar a las personas y sus relaciones.
El sexo puede producir sentimientos de euforia o de vergüenza, placer o dolor, paz o angustia. El sexo es complejo y misterioso, seguro por eso es que le gusta tanto a las personas.
Un derecho básico
Como nosotros decidimos expresar nuestra sexualidad es un derecho humano básico que tenemos, pero la adicción les roba a las personas el disfrutar de este derecho fundamental y, como en todas las adicciones, lo que empieza como algo placentero pronto se convierte en una herramienta mal utilizada para evadir y escapar al dolor y sentirse normal. Por otro lado, las relaciones interpersonales quedan dañadas y otras áreas importantes en la vida de las personas, erosionadas. (Paula Hall, 2019).
Este tema continúa siendo un campo emergente y nuevo dentro del ámbito de la salud mental, no solo en República Dominicana, sino en el mundo. A pesar de esto podemos ver ya en los medios de comunicación un gran número de celebridades que luchan con esta condición de cara al público sin importar las críticas a las que son sometidos.
En cifras
Según expertos, el consumo problemático de pornografía afecta aproximadamente al 3-6 % de la población adulta. Es probable que la creciente exposición de los menores al porno en Internet también contribuya al aumento de la adicción en su edad adulta. (Cooper, A. (1998). CyberPsychology & Behavior, 1(2), 187–193.)
Las restricciones de edad en los sitios web de pornografía a menudo no consisten más que en un botón en el que hay que pulsar para afirmar que se es mayor de 18 años, de manera que hasta el 93,2 % de los niños y el 62,1 % de las niñas ven porno por primera vez antes de cumplir esa edad. Asimismo, la edad media de la primera exposición a la pornografía es de solo 14 años. Esta exposición temprana se correlaciona con un mayor consumo y una posible adicción en la edad adulta.
“Los padres no prestan atención y la exposición al porno puede afectarles para el resto de su vida”, dijo Salzman (New York sex addiction Center). “Colorea totalmente su percepción de cómo se supone que es la sexualidad normal y cambia la forma en que piensan que deben interactuar. Pueden empezar a ver a otras personas como objetos sexuales en lugar de seres humanos”.
Muchos opinan que no es más que una novedad inventada como excusa de los hombres mujeriegos que no pueden controlar sus deseos sexuales y potencia sexual y otros más escépticos dicen que es un problema creado por mojigatos opositores de las conductas sexuales que moralizan la libertad y diversidad sexual, lo cual significa que, a diferencia de otras condiciones de salud mental los argumentos sobre la existencia de la adicción al sexo y la pornografía usualmente son de carácter moral y no un asunto de salud mental. Esto sin duda porque el foco del público y las atenciones clínicas están en las palabras ‘sexo’ o ‘porno’ en vez de en la palabra adicción que es el tronco donde realmente se apoya este problema.
En el país tenemos grupos Adictos al Sexo y al Amor Anónimo (SLAA) sugeridos según el caso a los pacientes que llegan a consulta buscando ayuda terapéutica para que puedan seguir adelante con su vida.
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El autor es Oguis Jiménez, del Grupo Profesional Psicológicamente.