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Te hablamos de las adicciones
  • ¿Por qué el azúcar es tan adictiva?

11 de enero del 2023

La Organización Mundial de la Salud lo tiene claro, el azúcar es el nuevo tabaco, pues se encuentra detrás de una tendencia adictiva que parece no vislumbrar la luz al final del túnel. Este mismo organismo sitúa la cantidad diaria recomendada de azúcar en 25 gramos. Una cifra que en España superamos con creces; de hecho, una persona consume de media 70 gramos al día. Mientras que en Estados Unidos la situación se ha vuelto cada vez más insostenible, rozando los 126 gramos diarios.

 

Lejos de justificarlo, es cierto que para muchos consumidores resulta muy complicado evitar su presencia en la cesta de la compra. Refrescos, postres lácteos, salsas preparadas, zumos envasados, cereales, productos congelados, pan de molde… La lista de alimentos ricos en azúcar es interminable, siendo la mayoría de ellos de consumo diario. Ante esta situación, no es de extrañar que una gran parte de la población sea adicta a este compuesto, muchas veces oculto tras el desconocimiento. Afortunadamente, se trata de un diagnóstico muy sencillo de identificar y solucionar.

Muchos científicos sugieren que deseamos el azúcar instintivamente porque juega un rol vital en nuestra supervivencia. El sentido del gusto ha evolucionado para codiciar las moléculas esenciales para la vida como la sal, la grasa y el azúcar.

Cuando comemos, la glucosa, un azúcar simple, es absorbida desde los intestinos hacia el flujo sanguíneo y distribuida a todas las células del cuerpo.

La glucosa es particularmente importante para el cerebro ya que es el único combustible para las 100 mil millones de células nerviosas llamadas neuronas, que necesitan un abastecimiento constante del flujo sanguíneo porque no tienen la capacidad de almacenar glucosa ellas mismas.

Curiosamente, los científicos descubrieron que incluso el mero sabor del azúcar puede estimular al cerebro.

Algunos experimentos han demostrado que los participantes que se enjuagaban la boca con agua azucarada realizaban mejor tareas mentales que cuando hacían gárgaras con agua endulzada con edulcorante artificial.

Nuestra difícil relación con el azúcar comienza muy pronto: nacemos golosos.

Un estudio reciente de la Universidad de Washington, Estados Unidos, encontró que los recién nacidos tienen una marcada preferencia por los sabores dulces en contraste con otros sabores, y que los niños disfrutan de la comida azucarada mucho más que los adultos.

Muchos científicos creen que la preferencia de los más pequeños por las cosas dulces es un vestigio evolutivo: en tiempos pasados, los jóvenes que preferían alimentos ricos en calorías tenían probablemente más posibilidades de sobrevivir cuando escaseaban los alimentos.

El problema hoy en día es que el azúcar refinada está fácilmente al alcance de todos, y esto puede ser una de las razones por las que la obesidad infantil ha aumentado.

Los profesionales de la salud recomiendan a los padres que eviten dar a los bebés cosas dulces para comer o beber para intentar que no desarrollen esta preferencia a muy temprana edad.