Antes de beber, asegúrese de haber comido bien. Esto ayudará a que el alcohol pase al torrente sanguíneo de forma lenta y gradual. "Si el estómago está lleno de proteína (carne) e hidratos de carbono (legumbres, pasta, patata, pan) se retrasa la digestión y por tanto el alcohol tarda más en pasar a la sangre. Es importante incorporar a la comida algo de grasa porque esto favorece que la digestión de las proteínas sea más lenta", explica Eduardo Carreño Rendueles, especialista en conductas adictivas en la Clínica Médico Psicológica Asturias, en Gijón. Y si acostumbra a tomar alguna bebida alcohólica antes del almuerzo tenga la precaución de añadir algún aperitivo, "es una buena costumbre acompañarla con alguna tapa para que el estómago no esté vacío", aconseja el doctor Francisco Pascual.
Tómeselo con calma. La absorción del alcohol también depende de la velocidad a la que se beba: cuanto más rápido se tome la bebida, mayor será la velocidad de absorción. "Hay que beber despacio, lo recomendable es que la copa dure más de media hora", dice el doctor Antoni Gual.
Hidrátese. El alcohol etílico es soluble en agua en cualquier proporción, por lo que cuanto mayor sea la presencia de agua en el organismo mayor será la dilución del alcohol y, por tanto, menor su concentración en la sangre. La hidratación es fundamental: "Conviene alternar las bebidas alcohólicas con otras sin alcohol, como el agua o los zumos de frutas, para hidratar el organismo, ya que el alcohol deshidrata las células"