03 de enero del 2022
En el número 135 de la calle Chimalpopoca de Ciudad de México, en la colonia Obrera, sobrevive uno de los mayores símbolos de la corriente pseudocientífica que desembarcó con la llegada de médicos españoles a mediados del 1800. Más de un siglo y medio después de que aquellos doctores introdujeran la homeopatía en el país, el Hospital Nacional Homeopático (HNH) se mantiene en pie.
Aunque esta institución médica es única en el continente, a lo largo de toda la región la medicina alternativa cuenta con un grado de aceptación considerable, como se pudo apreciar durante la pandemia, cuando gobiernos como el de Cuba, Brasil o Venezuela promocionaron remedios no probados científicamente para luchar contra la covid-19.
“La homeopatía es muy popular en América Latina porque recibe un gran apoyo oficial”, afirma el infectólogo mexicano Alejandro Macías, excomisionado nacional para la prevención y control de la influenza AH1N. “Pero solo en México tenemos un hospital estatal”, dice Xavier Tello, médico cirujano mexicano y asesor de políticas de salud.
El Hospital Nacional Homeopático fue fundado en 1893 por orden de Porfirio Díaz, dos años antes de que el presidente incorporase esta pseudociencia al sistema de salud y a la enseñanza por un decreto. Hoy sigue operando y es el único de la capital que brinda consulta externa de lunes a domingo. La clínica, que ocupa un edificio de dos plantas con 28 consultorios, cuenta con más de una decena de servicios médicos y con las especialidades de cirugía general, medicina interna y obstetricia. Además, tiene una farmacia homeopática propia ubicada en la planta baja del edificio.
“Lo peor es que se financia con dinero público y cuenta con el absoluto apoyo de las autoridades que nos gobiernan”, dice Tello, quien lleva años mostrándose crítico con la alta aceptación que tiene la homeopatía en el país. Aunque el Hospital Nacional Homeopático se creó en 1893 como una institución privada, en 1943 se adhirió a la Secretaría de Salubridad y Asistencia y hoy forma parte de la Secretaría de Salud.
Pero el hospital no es la única institución mexicana que sustenta las pseudociencias con fondos públicos. “México tiene una carrera formal para estudiar homeopatía. Es decir, una licenciatura con cédula profesional que le acredita la capacidad para ejercer a un homeópata”, explica Tello.
La Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía, perteneciente al Instituto Politécnico Nacional (IPN), se nutre del presupuesto de la Secretaría de Educación Pública (SEP), tiene más de 4.000 alumnos y atiende a 40.000 pacientes al año. “Ofrecemos una formación mixta en alopatía y homeopatía”, explica su director, Rodolfo Luna Reséndiz, y asegura: “En la Escuela pensamos que todas las medicinas son complementarias y alternativas, y que dependen de la propia capacidad del sujeto de autocurarse”. Según el responsable de la institución, “la homeopatía se ha convertido en solución de última instancia para esos pacientes multitratados que, tras probar con antibióticos, la radioterapia, la quimioterapia o la cirugía, no lograron curarse. Hasta que llegaron a un homeópata para recuperar la salud, porque nosotros aprovechamos la naturaleza afectiva del ser humano”.
https://elpais.com/mexico/2021-11-08/los-chochitos-homeopaticos-el-mexico-magico-de-las-pseudoterapias.html