15 de diciembre del 2021
Según informó la Organización Mundial de la Salud, los niveles de obesidad se han duplicado en los últimos 20 años, llegando actualmente a un 11% de los varones y un 15% de las mujeres que sufren obesidad. La obesidad es peligrosa, no solo por lo que supone el exceso de grasa y líquidos para el propio cuerpo, sino por la relación que tiene con enfermedades como la adicción u otros trastornos mentales. Aunque la alimentación es una necesidad fisiológica básica para la supervivencia, y estos alimentos han permitido la misma en aquellos momentos en que la alimentación escaseaba, actualmente se consumen mayores cantidades de azúcar de las necesarias para una vida saludable. Además, el sedentarismo y el estilo de vida actual no favorecen un estilo de vida adecuado. Es precisamente estos dos factores contradictorios (alimentos elevados en azúcar que están ricos, y sedentarismo), los que dificultan un equilibrio y estilo de vida saludable, a pesar de tener conocimiento de las repercusiones que la mala alimentación conlleva, tales como la diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, problemas cardíacos…
La problemática actual es que, como puede ocurrir en los casos de adicciones a tóxicos (como el alcohol, la cocaína o el cannabis), desarrollamos la denominada tolerancia a los azúcares y las grasas. Así, necesitamos cada vez mayores cantidades de estos alimentos (hamburguesas, donuts, batidos de chocolate, patatas…) para obtener la misma sensación de bienestar, o para la eliminación de un malestar (como sentimientos de tristeza o de estrés). Diferentes estudios han demostrado que el aumento en la cantidad y frecuencia de este tipo de alimentación se relaciona con el desarrollo de obesidad, diabetes, problemas cardiovasculares o enfermedades mentales como el más actual trastorno por atracón. A día de hoy, la preocupación se centra en los problemas de salud con el que más profesionales sanitarios se encuentran diariamente en sus consultas.
Tan preocupante son las enfermedades orgánicas, como lo son las mentales. A nivel médico, la obesidad u otros problemas de salud derivan en mayores dificultades para la adecuada realización de tareas tanto en el campo laboral como en los campos personales (subir escaleras, mayor cansancio, dolores, picos de azúcar…), además del coste que conllevan algunos tratamientos y su recuperación posterior. Y a nivel mental, se han visto aumentados las enfermedades relacionadas con la adicción a la comida, sobre todo entre la población joven. El inadecuado manejo de la ansiedad o el estrés, o los sentimientos anhedónicos, llevan a las personas a ingerir grandes cantidades de azúcares en periodos cortos de tiempo, para la satisfacción inmediata que genera una evasión de estos sentimientos, aunque el posterior remordimiento por dicha ingesta hace, a su vez, que se eleve la ansiedad o la depresión. Ante ello, las personas entran en un bucle hipomaníaco que deriva en trastornos como la bulimia, depresiones más severas, o cortar el ciclo de manera brusca con la anorexia.
Llevar una dieta equilibrada que incluya un nivel medio de ejercicio es imprescindible para una vida saludable. El consumo recomendado de azúcar al día es de 25gr, aunque lamentablemente lo aumentamos entre un 50gr/día y hasta los 175gr/día en la sociedad occidental. En caso de existir un exceso en el consumo de azucares o grasas que no sea controlado, con posteriores sentimientos de culpabilidad o remordimiento, y considerar tener una problemática con el control de la alimentación, el Centro de Tratamiento Valle del Tiétar ofrece tratamiento personalizado que trabaja sobre la adicción a la comida, las causas y consecuencias de ese estilo de vida, y las estrategias de manejo del impulso de comer en exceso, para tener una vida saludable y normoadaptada.