25 de marzo del 2022
Los datos lo delatan: la palabra “sexo” es ingresada en los buscadores unos 5 millones de veces al día, según la página Hitwise.com.
Pero otro número aún más llamativo si cabe es que el 43% del contenido de Internet es sexo y pornografía. 30.000 personas están viendo pornografía cada segundo y el 25% de las búsquedas en la web son porno.
“Es elevadísimo el porcentaje de personas que hacen uso de mensajería sexual en el anonimato, en proporción similar en ambos sexos y/o pornografía en la red, con un amplio predominio masculino, ya que el varón se estimula más a través de la vista”, afirma Joan Mir Pizà.
Hablamos en este caso de un consumo controlado y reducido del cibersexo, que se practica en ocasiones por curiosidad y en otras para incrementar el motor de deseo en las parejas. Pero la adicción es muy diferente, va más allá, es un problema de salud.
La adicción al cibersexo afecta principalmente a clases socio-económicas medio-altas y como asegura el experto en sexología, “se instala más fácilmente en un cerebro adictivo y en una personalidad buscadora de sensaciones potentes. Es la adicción más negada por su rechazo social”.
El doctor Mir Pizá, durante su ponencia en Valencia, explicó los factores de riesgo por las que una persona, en mayor porcentaje un hombre, se convierte en un adicto al cibersexo.
¿Cómo podemos saber que alguien padece este trastorno?
1. Aparecen cambios físicos: deterioro en el estado general, alteraciones en el ritmo de sueño, variación en el peso o cansancio.
2. Cambios en el estado de ánimo: ansiedad, tristeza, irritabilidad, impaciencia, aislamiento o intolerancia
3. Cambios en los estudios o en el trabajo: disminución del rendimiento, retrasos, ausencias o conflictos.
4. Cambios en las relaciones familiares o sociales: discusiones frecuentes, desconfianza, secretismo o deterioro de las amistades.
Otra de las cuestiones que seguramente nos planteemos es por qué hay personas que prefieren recurrir a este tipo de práctica sexual. Las razones son varias: el anonimato, la opción de encontrarlo de manera ilimitada, la privacidad, la accesibilidad y rapidez, la fácil interacción, el sexo sin riesgo o la ausencia de compromiso.
Su tiempo y su energía se esfuman con el cibersexo. Su vida gira alrededor de esta práctica, lo que el médico sexólogo denomina como “saliencia”. “Son personas adictivas, enfermas, con un trastorno del control de los impulsos que necesitan ayuda especializada”, asegura el doctor.
Su vida no es normal, apenas gozan de sus conductas sexuales y el cibersexo solo les alivia la tensión momentáneamente. Su vida personal sufre un deterioro progresivo y tienen un menor rendimiento laboral, arriesgándose al despido.
Abandonan sus amistades y se someten a un riesgo de infecciones de transmisión sexual cuando del ordenador se pasa a las citas en vivo. Puede ocasionar trastornos mentales: ansiedad, depresión, fobia social, trastornos de la personalidad o consumo de sustancias de abuso.
La mitad de los adictos al cibersexo tienen pareja. ¿cómo reacciona cuando se entera de que convive con un adicto al cibersexo? Los sentimientos son claros: decepción, sentimientos de culpa e inferioridad, baja autoestima, soledad y puede llevar a la separación.
Las cifras que el director de Espai Terapèutic (Palma de Mallorca) acercó durante su ponencia en las Jornadas de Salud Sexual revelan el precio de ser un adicto al cibersexo:
Aparte de la adicción que puede provocar, hay que tener cuidado con el Grooming, que consiste en el acoso de forma sistemática y deliberada sostenida en el tiempo con un menor por medio de internet, al igual que el Sexting, que es la difusión o publicacion por medio tecnológico de contenidos de tipo sexual.