16 de marzo del 2021
Médicos y especialistas advierten a diario de los peligros que supone estar en presencia de fumadores. Incluso si se trata de una persona que no consume tabaco, puesto que un estudio reciente señala los cambios que sufre el cerebro de los que no son adictos a la nicotina. Esta conclusión llega a raíz de la investigación de un equipo de científicos financiados por los institutos nacionales de salud de Estados Unidos (NIH por sus siglas en inglés). Para llegar a ella, han estudiado los efectos del humo de segunda mano en el cerebro de jóvenes.
Este informe, al que hace referencia Health Manager, arroja que, aproximadamente, la mitad de los voluntarios estudiados eran no fumadores. En la realización del estudio, cada sujeto permaneció una hora sentado en un coche junto a un voluntario que exhalaba el humo de su cigarrillo. Al día siguiente, aquellos que no consumen tabaco estuvieron la misma cantidad de tiempo sin que su acompañante fumase. Para poder comparar las demostraciones de los dos ejercicios, los participantes fueron sometidos a un escáner de su cerebro antes y después de cada sesión.
Una vez analizados los datos, los científicos hallaron que la nicotina química adictiva, presente en todos los productos de tabaco, quedó adherida en la sangre y las moléculas del cerebro después de la exposición al humo de segunda mano. Además, este fue un efecto que los investigadores encontraron tanto en fumadores como en no fumadores. Sin embargo, los pertenecientes al primer grupo sentían deseos de estar expuestos al humo que normalmente exhalan los pasivos.
En palabras de la Dra. Nora D. Volkow, directora del Instituto Nacional de Abuso de Drogas de los NIH, “estos resultados muestran que incluso una exposición limitada al humo de segunda mano suministra suficiente nicotina al cerebro para alterar su función”.
Si esta idea no anima a dejar de fumar, cabe recordar que el 90% de las muertes por cáncer de pulmón están relacionadas con el tabaquismo, y que los adictos a este producto tienen hasta seis veces más posibilidades de sufrir un ataque cardíaco. Además, el humo de segunda mano agrava las probabilidades de que una persona no fumadora contraiga una enfermedad cardíaca, sufra igualmente un ataque o muera antes de tiempo.
En caso de que un consumidor de tabaco quiera dejar su adicción, tendrá más difícil conseguirlo si está expuesto al humo de otra persona. Por último, los niños que inhalan el humo de sus padres están ante el peligro de convertirse igualmente en fumadores una vez alcanzada la adolescencia.
Por El Confidencial