02 de marzo del 2021
Las últimas evidencias indican que el juego patológico es una adicción similar a las químicas, ya que algunos jugadores patológicos demostraron tener menores niveles de norepinefrina ( neurotransmisor) comparados a los jugadores normales y, además, alteraciones biológicas cerebrales que se relacionan con la serotonina y anomalías en el funcionamiento de la corteza pre-frontal, que afectan su capacidad para tomar decisiones.
También, se puede tener una predisposición a padecer este trastorno en los casos de personas con una historia familiar con problemas de juego o adicción a otras sustancias como alcohol, cocaína etc.
Al inicio de la enfermedad, el jugador patológico padece de un impulso incontrolado y una “necesidad” de jugar irrefrenable, casi ningún ludópata reconoce que ha perdido el control (negación). En ese camino, observaremos una primera “fase de ganancias”, en la cual el jugador gana dinero o premio ya sea de forma inesperada o también buscada, le sigue la “fase de pérdidas”, durante la cual se insiste en la práctica del juego como intento de recuperación de lo perdido. Posteriormente, se llega de forma gradual a la práctica del juego en soledad, acompañado de mentiras y pérdidas cuantiosas de dinero o bienes materiales.
Como consecuencia, el ludópata entrará en la llamada “fase de desesperación”, en la que se observan cambios drásticos en la conducta del jugador, tales como consumo de alcohol, deterioro grave de las relaciones, búsqueda desesperada o delictiva de dinero, y complicaciones legales que son la antesala a intentos de suicidio consumados, e inesperados.
Deseo compartir contigo 6 síntomas principales que te permitirán identificar a un jugador patológico o ludópata:
1) Irritabilidad
El jugador compulsivo generalmente se irrita fácilmente y expresa su agresividad de forma verbal o física. Comúnmente refleja mal humor y no controla sus impulsos, es grosero.
2) Inquietud por jugar
Debido a que el perder o ganar se vuelve una preocupación para el/la ludópata, en este(a) se produce una intranquilidad anímica, afectando notablemente al estado de ánimo, desfavoreciendo la concentración en cosas verdaderamente relevantes como el trabajo, la familia, proyectos, salud, etc. y robándole una gran energía mental produciendo una carga emocional y consecuentemente llevando a la persona a la depresión.
3) Mentiras
Llevados por la enfermedad, el ludópata mentirá en su afán de que no se descubra la cantidad de dinero que utiliza en sus apuestas o juegos de azar, convirtiendo la mentira en un hábito con el potencial riesgo de desarrollar un trastorno de la personalidad.
4) Juega a escondidas
En su afán de no rendir cuentas a nadie, el ludópata saciará su adicción a escondidas, resultándole de una u otra forma emocionante y parte del juego. El jugar sin que nadie de su familia lo sepa es su oportunidad de saborear su adicción, durante varias horas, hasta perderlo todo.
5) Presta dinero
Para el ludópata resulta una buena idea prestar dinero a un familiar o conocido con el fin de gastarlo en el juego, mirando de esta forma su propio interés sin medir las consecuencias, desestimando la posibilidad de que algo salga mal (pierda) y su obligación de pagar la deuda adquirida.
6) El juego ocupa su mente
El ludópata pasa todo el día pensando en el dinero que ganó y que perdió producto de su vicio, quitándole la tranquilidad y atención. De forma extrema, tiene puesta su atención en el juego, excluyendo la información que le rodea.
Por fortuna, existen una gran variedad de tratamientos para el jugador patológico que incluyen el consejo, los grupos de autoayuda y la medicación psiquiátrica. La persona luego de haber pasado por un proceso real y honesto de cambio puede llegar a rehabilitar sus capacidades, entre ellas su capacidad de autocontrol y otros comportamientos afectados por el juego.
Si en tu familia existen antecedentes de algún tipo de adicción, el método más claro y efectivo para prevenir y no caer en la ludopatía es no jugar nunca.