23 de noviembre del 2020
Totalmente adictivo, existen personas que no paran de apostar, ya sea en las carreras o a sus números de la suerte. Un fenómeno en alza que puede traer problemas
Para quienes creen que las adicciones a los juegos es algo propio de aquellas ciudades en que existen casinos, están equivocados. En Calama, existe un creciente interés por los juegos de azar y por las apuestas en las carreras de caballos que se televisan en algunos centros especializados en apuestas.
En Calama, y desde algún tiempo a la fecha, han aparecido verdaderos adictos a los juegos de azar: Kino, Loto, Experto, son algunos de los más requeridos. En tanto existen otras personas que literalmente se la pasan todo el día en los centros de Teletrak, para ver si en las carreras pueden obtener algún dinero, por concepto de apuestas.
Caballos, apuestas, adicción
Para nadie es un misterio que las carreras de caballos provocan adicción. Lo raro es que en Calama, en donde no existe un club hípico, sí exista una fiebre por apostar a las carreras que son televisadas directamente desde Santiago, Valparaíso, e incluso desde Argentina.
Jorge Villalobos (34), quien de vez en cuando apuesta algún dinero en los caballos, confiesa que existen verdaderos adictos a las apuestas, que viven pensando en ellas. “Para ellos apostar, venir a ver carreras, e incluso derrochar plata, es como fumarse un cigarro para un fumador, es un completo vicio”, cuenta.
Villalobos, quien no desmiente que él de vez en cuando también gusta de hacer apuestas, manifiesta que hay casos extremos, “yo conozco gente, un grupo en realidad, que se la pasa en Teletrak, como si fuera su casa, apuestan todo lo que tienen y lo que ganan lo vuelven a apostar, como si no estuvieran conformes con lo que se han ganado, esa situación, me llama mucho la atención”.
Patología crónica
El jugar y apostar compulsivamente es una enfermedad crónica- como la diabetes, entre tantas otras- que no tiene cura, pero sí rehabilitación, lo que permite controlarla.
“Se cura con la muerte”, dice Carlos (56), un ex comerciante, con tres hijos, que tocó fondo cuando por ya incontable vez, su esposa lo echó de su casa, harta del desorden y adicción a las apuestas. “Lamentablemente, siempre tengo ganas de ir apostar y ver si gano algo, y sino, sigo apostando, por eso mi señora me echa de la casa, porque me llevo una platita, y me la gasto. Eso sí, a veces llego con algunas ganancias, y se le pasa”.
Con apuestas que tienen como mínimo los doscientos pesos, hay quines suelen apostar, desde los 60 mil pesos, y fácilmente hasta los doscientos mil, sólo en concepto de carreras.
Juegos de azar
Existen también quienes prefieren dejarse llevar por los números de azar. Juegos como el Loto, Kino, y Experto. Este último con bastantes adeptos, pese a su reciente aparición y que llena de expectativas a muchos.
Una cajera, de un conocido local de Polla Chilena, que funciona en pleno centro de la ciudad. Manifiesta que es común ver a verdaderos caseros que concurren religiosamente a inscribir sus números, o que puntualmente concurren a comprar sus boletos de Kino.
El fervor por ganar una buena cantidad de dinero aumenta aún más cuando existen pozos acumulados. Situación que sube la compulsividad por apuntar algunos números de cábala, para obtener algún resultado positivo. “Siempre se les puede ver por aquí, preguntando los montos a repartir, anotando los números sorteados para los distintos pozos. Siempre están pendientes”, agregó.
“Para muchos es un verdadero desafío lograr algún tipo de premio que se sortee, es como si fuera una competencia, algo que los hace sentir algo más que bien, como si se tratara de algo vital”, explica la cajera, que prefiere el anonimato.
Además, existen personas que por años, siguen siendo fieles seguidores de sus números y aunque parezca algo relativamente normal, están los que a pesar de ello, llegan al extremo del fanatismo. “Una cosa es estar apostando regularmente y otra, que se viva pensando en el resultado del sorteo. Les quita el sueño incluso” confiesa.
En el caso de los apostadores, existen grupos de personas que actúan como verdaderos consejeros y analistas de las carreras. Es más conocen a cabalidad los detalles del sistema de apuesta, lo que les hace operar como verdaderas organizaciones. “Aquí hay un grupo de tipos que se juntan y realizan apuestas todos los días, y mantienen un grupo cerrado, no son de hablar mucho con la gente. Recuerdo que en una oportunidad hubo una persona que se ganó como setenta mil pesos y, al retirarse este grupo de personas lo increparon, y le hicieron pedazos su cheque, lo recuerdo muy bien por que el tipo en cuestión estaba súper asustado, y no dijo ni pío. Hay otras veces en que ellos sacan algo grande y se retiran con sonrisa grande”, dice Mario (61), quien frecuenta los centros de apuestas.
Otros en cambio, con mayor poder adquisitivo, y para realizar apuestas, llegan a gastar hasta por sobre los 600 mil pesos. Cifras que incluso logran duplicar, cuando logran tener una buena cuota de suerte, y que además les permitan seguir apostando, en un círculo vicioso.
“Hay veces en que llegan personas de nivel, que ni siquiera apuestan con nosotros, tienen un salón vip, donde ven las carreras y hacen apuestas en grande, por sobre el medio millón, pero prefieren la privacidad, pero entre quienes saben y conocen de las carreras todo se sabe.
Este fenómeno de las apuestas y juego compulsivo, ya no es un tema nuevo para Calama, está dentro de su cotidianeidad, está en el día a día, de personas que necesitan del juego, las apuestas y el gran golpe de suerte para seguir viviendo.