23 de julio del 2020
Oficialmente se desconoce el número de mexicanos con ludopatía, pero organizaciones civiles estiman que los adictos al juego son unos dos millones.
El número podría crecer, afirma la diputada Lizbeth García Coronado, porque es cada vez mayor la cantidad de máquinas tragamonedas en pequeños negocios en casi todos los barrios y pueblos del país.
"Los principales jugadores son niños y jóvenes, a quienes se les hace muy fácil apostar. En el futuro muchos pueden desarrollar ludopatía", dice en conversación con BBC Mundo.
De hecho, la diputada del izquierdista Partido de la Revolución Democrática promovió una enmienda legal para prohibir las máquinas tragamonedas destinadas a niños y jóvenes.
Desde 1992 la Organización Mundial de la Salud reconoce a la ludopatía como una enfermedad, definida por la Asociación Estadounidense de Psiquiatras como una conducta de juego inadaptada y persistente que altera la vida personal, familiar y profesional de quienes la padecen.
Carlos del Moral, director del Centro de Atención de Ludopatía y Crecimiento Integral, una organización no gubernamental de México D.F., le dice a BBC Mundo que por cada enfermo hay diez personas más afectadas directa o indirectamente.
"Primero empieza a perjudicar a su familia, su entorno cercano. Después la gente queda en bancarrota", explica.
En casos extremos los ludópatas sufren trastornos psicológicos, e incluso algunos pueden atentar contra su vida.
El problema creció en los últimos años, cuando se autorizó la instalación de casinos, que estaban prohibidos desde la década de los 30 en México, afirma Del Moral.
Aunque los sitios de apuesta siempre han existido en el país, se les consideraba una actividad clandestina. "No todos sabían dónde podían jugar, la oferta no era tanta y no todas las personas apostaban", explica el especialista.
Del Moral afirma que las autoridades sanitarias no han hecho esfuerzos suficientes para atender el padecimiento, aunque en algunos estados, como Yucatán, al sureste, o Nuevo León, en el noreste, hay programas locales para atender a los ludópatas.
Más allá de las consecuencias en salud pública, en México los juegos de azar y las apuestas representan un riesgo de seguridad, afirma la diputada García Coronado.
La Secretaría de Gobernación ha expedido 552 permisos para casinos, pero sólo operan 305.
El problema son los sitios irregulares, que podrían ser al menos 500 en todo el territorio según estimaciones de la Cámara de Diputados.
"Hay más casinos que universidades públicas", cuenta. "Muchos operan de manera ilegal y no se advierte que pueden estar lavando dinero. No es sólo el problema de la ludopatía".
Muchos de estos centros de apuestas utilizan vacíos legales para funcionar, e incluso algunos negocios consiguen amparos judiciales para abrir sus puertas, afirma la legisladora.
Es el caso de las máquinas tragamonedas. Quienes las importan –pocas se fabrican en México- aseguran que se trata de juegos de destreza y habilidad, con lo cual evaden la prohibición existente para los aparatos de apuestas.
Para combatir el problema la diputada García propuso modificar la Ley Federal de Juegos y Sorteos, iniciativa que podría aprobarse en los meses próximos.