15 de julio del 2020
La motivación es el impulso que lleva a realizar acciones. Es lo que hace que entrenemos a un deporte durante largas horas o que nos quedemos hasta tarde para hacer un trabajo mejor. Normalmente hay un incentivo involucrado, que el equipo o la gente admire tu trabajo sienta bien, lo que hace que valga la pena haberse esforzado. Ya sea motivación laboral, escolar o personal, es importante mantenerla a lo largo de nuestra vida.
Los comentarios positivos proporcionan motivación para volver a hacerlo la próxima vez. Esto puede llevar a los niños a continuar “trabajando” en el largo plazo. El incentivo de tener experiencias y resultados positivos puede mantenerlos trabajando a pesar de los obstáculos. Y la capacidad de hacerlo es la clave para los niños con problemas de aprendizaje y atención.
La motivación personal (también conocida como motivación intrínseca) para aprender está presente de forma natural en los niños hasta aproximadamente los 7 años. Independientemente de lo que hagan, los niños tienen la tendencia natural a aprender y descubrir cosas nuevas. Sin embargo, si después de los 7 años se comienza a percibir una falta de motivación, los padres deben alentar el desarrollo de la motivación, ya que es una habilidad muy útil en el futuro si se quiere alcanzar el éxito.
Hay muchas razones por las que los niños de hoy en día se comportan más como “consumidores” que “productores” de vida.
Generalmente, los hogares están llenos de múltiples fuentes de entretenimiento que ofrecen recompensas inmediatas en lugar de fomentar la gratificación retrasada en el tiempo y el cumplimiento de objetivos a largo plazo.
Los horarios fuera de la escuela están llenos de deportes, actividades y clases. La vida de los padres es también muy estresante, lo que hace que estén cansados y no sean tan consistentes a la hora de establecer y supervisar el cumplimiento de determinadas normas. Además, tal saturación de horarios hace que al niño no le dé tiempo a buscar o pensar sobre sus motivaciones ya que va dirigido a cumplir los objetivos impuestos por sus padres.
Es complicado saber con exactitud cómo motivar a un niño. A continuación, proponemos algunas técnicas de motivación personal para los más pequeños de la casa:
Los niños están motivados para aprender, intentar nuevas cosas e interactuar con otros niños o adultos, si se creen capaces de hacerlo. Que los adultos tengamos confianza en ellos es el primer paso para que ellos vayan construyendo la confianza en sí mismos.
Si quieres ayudar a tu hijo, dale la oportunidad de solucionar los problemas por sí mismo, de buscar soluciones a los pequeños problemas que aparecen día a día y de afrontar nuevas situaciones. Si comete errores o no hace algo tan bien como debería o como te gustaría, no importa. Lo que verdaderamente importa es que tu hijo se sienta capaz de hacerlo.
La sobreprotección parental favorece la excesiva dependencia de tu hijo y hace más difícil que construya la confianza necesaria en sus habilidades y que encuentre motivación para mejorar.
Reforzar a tu hijo por sus esfuerzos en vez de reconocer sólo su éxito. Esto incrementará su motivación. De esta forma, les ayudarás a aprender a adaptarse, a manejar los fallos y acontinuar intentándolo hasta alcanzar el éxito.
Ser persistente es una habilidad emocional que lleva al éxito en muchas áreas de la vida. Enseña a tu hijo a aceptar que va a fallar en algunos momentos y muéstrale que perder y fallar es una oportunidad de mejorar y aprender.
Todo el mundo, los niños incluidos, tienen sus intereses concretos. Aunque sus intereses no vayan en la línea de tus expectativas o tus propios intereses, deberías animarle a continuar desarrollándolos.
Pero no le manipules para tratar de que le guste aquello que tú crees que sería más adecuado. Para trabajar la desmotivación, deberías tratar de ayudarle a descubrir libremente lo que le apasiona. Esto le dará el impulso necesario para mantenerse activo y feliz. No solo estará feliz por poder hacer lo que quiere, sino que también podrá compartirlo con aquellos que más quiere.