27 de mayo del 2020
Durante los brotes de enfermedades infecciosas importantes, la cuarentena puede ser una medida preventiva necesaria. Sin embargo, según sugiere esta revisión, el período de cuarentena a menudo se asocia con un efecto psicológico negativo, que puede perdurar incluso meses o años después, por lo que es fundamental garantizar que se implementen medidas eficaces de mitigación, como parte del proceso de planificación de una cuarentena. En este sentido, los autores del estudio proponen las siguientes medidas:
Mantener el período tan corto como sea posible
Una mayor duración en el período de cuarentena se asocia con peores resultados psicológicos, dado que los factores estresantes informados por las personas durante este tipo de situaciones pueden tener un mayor efecto cuanto más tiempo se experimenten. Restringir la duración de la cuarentena a lo que es científicamente razonable (teniendo en cuenta los períodos de incubación), y no adoptar un enfoque excesivamente preventivo para esto, minimizaría el impacto negativo en las personas. La evidencia subraya la importancia de que las autoridades se adhieran a la duración recomendada de la cuarentena y no la extiendan: para las personas que ya están en cuarentena, una ampliación de esta situación, por pequeña que sea, puede exacerbar cualquier sensación de frustración o desmoralización. Imponer un cordón indefinidamente en ciudades enteras sin un límite de tiempo claro (como se ha visto en Wuhan, China) podría ser más perjudicial que los procedimientos de cuarentena estrictamente aplicados y limitados al período de incubación.
Brindar a las personas toda la información disponible
Las personas en cuarentena a menudo sienten temor a ser contagiadas o a contagiar a otros/as. También suelen realizar evaluaciones catastróficas de cualquier síntoma físico experimentado durante ese período. Este temor es común a todas las personas expuestas a una enfermedad contagiosa preocupante, y podría verse estimulado por la información a menudo inadecuada que se recibe por parte de los funcionarios de salud pública, en la que no se deja en claro ni la naturaleza de los riesgos a los que se enfrentan ni el motivo de la cuarentena. Debería ser una prioridad garantizar que quienes están en cuarentena comprendan bien el problema en cuestión y los motivos por los que se establece un período de cuarentena.
Proporcionar suministros adecuados
Los funcionarios también deberían garantizar que los hogares en cuarentena tengan suficientes suministros para sus necesidades básicas y, lo que es más importante, estos tendrían que proporcionarse lo más rápido posible. Idealmente, la coordinación para el suministro de recursos debería realizarse con antelación, con planes de conservación y reasignación, establecidos para asegurarse de que los recursos no se agoten, algo que, desafortunadamente, suele suceder.
Reducir el aburrimiento y mejorar la comunicación
El aburrimiento y el aislamiento causarán angustia; se debe informar a las personas que están en cuarentena sobre lo que pueden hacer para evitar el aburrimiento y ofrecerles consejos prácticos sobre técnicas de control y manejo del estrés. Tener un teléfono móvil que funcione, ahora es una necesidad, no un lujo. Estar conectado a las redes sociales es clave, y la imposibilidad de hacerlo se asocia con ansiedad, tanto a corto como a largo plazo. A modo de sugerencia, contar con una línea de asistencia telefónica, atendida por profesionales de la salud mental, específicamente para aquellos/as en cuarentena podría ser eficaz, al ofrecerles una red social.
El poder comunicarse con la familia y los/as amigos/as también es esencial: las redes sociales pueden desempeñar un papel importante en la comunicación con aquellos/as que se encuentran lejos, permitiendo que las personas en cuarentena actualicen a sus seres queridos sobre su situación y les aseguren que están bien. Por lo tanto, el estudio recuerda que contar durante la cuarentena con teléfonos móviles, cables y enchufes para cargar dispositivos y redes WiFi con acceso a Internet para permitir la comunicación directa con los seres queridos podría reducir la sensación de aislamiento, estrés y pánico.
También es importante que los funcionarios de salud pública mantengan líneas claras de comunicación con las personas en cuarentena sobre qué hacer en caso de experimentar algún síntoma. Una línea telefónica o un servicio online específicamente establecido para las personas en cuarentena y atendido por trabajadores/as de la salud que ofrezcan instrucciones sobre qué hacer en caso de desarrollar síntomas de la enfermedad, ayudaría a asegurar a la sociedad que recibirá atención si se enferman. Este servicio mostrará a quienes están en cuarentena que no han sido olvidados y que sus necesidades de salud son importantes. De acuerdo con los autores del estudio, si bien no se han investigado los beneficios de dicho recurso, es probable que la tranquilidad pueda disminuir los sentimientos como el miedo, la preocupación y la ira.
Los trabajadores de la salud merecen una atención especial
También los propios trabajadores de la salud en cuarentena pueden verse afectados negativamente por las actitudes estigmatizantes de los demás. Es posible que estén preocupados al pensar que, con su ausencia, su ámbito laboral no cuenta con suficiente personal y causar un trabajo extra para sus colegas. Estar separado de un equipo con el que están acostumbrados a trabajar en contacto cercano, podría aumentar la sensación de aislamiento de los/as trabajadores/as de la salud que se encuentran en cuarentena. Por ello, es esencial que se sientan respaldados por sus colegas. Los datos muestran que, durante los brotes de enfermedades contagiosas, el apoyo organizacional es un factor protector para la salud mental del personal sanitario en general, por lo que los gerentes deben tomar medidas para garantizar que los miembros de su personal apoyen a sus compañeros/as durante la cuarentena.
El altruismo es mejor que la coerción
A pesar de que no hay ninguna investigación que evalúe si la cuarentena obligatoria versus la voluntaria tiene un efecto diferencial sobre el bienestar, sí se cuenta con datos en otros contextos, que indican que el hecho de sentir que otros/as se beneficiarán de la situación en la que se encuentra uno/a mismo/a, puede hacer que las situaciones estresantes sean más fáciles de soportar, y parece probable que esto también sea aplicable en la cuarentena en el hogar. Hay que reforzar la idea de que gracias a la cuarentena se está ayudando a mantener a otras personas seguras, incluidas aquellas particularmente vulnerables (por ej., jóvenes, mayores o con afecciones médicas graves previas), y que las autoridades sanitarias les están realmente agradecidas. Así, se puede ayudar a reducir el efecto sobre la salud mental y mejorar la adherencia entre los y las que están en cuarentena. Igualmente, dado que es inaceptable pedirles a las personas que se pongan en cuarentena para el beneficio de la salud de la comunidad cuando al hacerlo podrían poner en riesgo a sus seres queridos, es fundamental ofrecerles información adecuada sobre cómo “mantener a salvo” a las personas con las que conviven.
Los autores concluyen poniendo de relieve que, si bien el impacto psicológico de la cuarentena es amplio, sustancial y puede ser duradero, los efectos psicológicos de no aplicarla y permitir que la epidemia se propague, podrían ser aún peores.
Dado que el estado de cuarentena es esencial, los legisladores políticos deben tomar todas las medidas necesarias para garantizar que esta situación sea lo más tolerable posible. Los resultados de esta revisión sugieren que, si la experiencia de la cuarentena es negativa, puede haber consecuencias a largo plazo que afecten no solo a las personas que se encuentran en esta situación, sino también al sistema de atención médica que administró la cuarentena y a los políticos y funcionarios de salud pública que la decretaron.