04 de mayo del 2020
A simple vista, Real de Catorce puede parecer poco más que un antiguo pueblo minero del que ahora sólo quedan muros de piedra desgastada, casas polvorosas y un desierto desolado. Sin embargo, su verdadero encanto reside en la naturaleza salvaje de sus alrededores, en especial de la Reserva Wirikuta en San Luis Potosí.
Es aquí donde las condiciones climáticas se juntan con los minerales del subsuelo y crean el hábitat perfecto de alrededor de 250 aves y miles de cactáceas diferentes, entre ellas el peyote o lophophora williamsii, como se le conoce científicamente. Este tipo de vegetación se distingue por sus vellosidades blancas y por lucir un color entre verde oscuro y gris azulado. Es común reconocerlo por una flor blanca o rosa que resplandece en su centro, pero más allá de sus características físicas la pequeña planta, de apenas unos 12 centímetros de diámetro, es la que le ha dado fama entre múltiples viajeros.
El consumo de peyote como un ritual sagrado
Desde tiempos prehispánicos, el territorio Wirikuta es considerado como sagrado para los huicholes y los rarámuris o tarahumaras. Estos grupos realizan todos los años una peregrinación en mayo por el desierto para llegar hasta el Cerro del Quemado. Según sus creencias, en este camino asomó el sol por primera vez en la historia, por lo que la tradición indica que una vez que se llega a las faldas de la montaña hay que comer peyote.
La comunidad indígena le ha dado a este cactus un simbolismo excepcional; para ellos es tan podemos como el dios Hikuri (el venado azul); por eso acostumbran extraer su pulpa y utilizarla como medicina para el cuerpo y el espíritu. El consumo de esta planta se realiza con el acompañamiento de un mara’akame o chamán, que también guía la peregrinación. Es importante recalcar que para ellos, esto es una ceremonia religiosa para la cual es necesario purificarse mediante ayunos, confesiones y baños rituales.
Al tratarse de un cactus de una gran importancia, los huicholes la colectan de una forma en la que aseguran su conservación. Los chamanes obtienen la carne del espécimen al cortarlo (con una piedra plana) justo al ras de la tierra y sin comprometer la raíz, lo que permite que pueda nacer otro botón.
El peyote está en peligro de extinción
Para la ciencia el peyote es una planta alucinógena con diversas propiedades medicinales. Entre ellas destacan sus cualidades como analgésico, laxante y antídoto para el veneno de alacrán y víbora. Es por esto que su uso se ha popularizado como narcótico.La mala noticia es que, a diferencia de las prácticas hechas durante los rituales indígenas, su recolección para fines meramente recreativos se hace de forma indiscriminada y sin procurar su preservación, por lo que ya se encuentra en peligro de extinción. Al punto que ahora es considerada como una especie sujeta a protección especial por la Norma Oficial Mexicana 059 (NOM) 2010.
Por otro lado, la conservación de esta especie se vuelve un verdadero reto, ya que tarda 15 años en crecer y al tener sustancias psicoactivas hay cuestiones legales a tomar en cuenta alrededor de su plantación. En especial porque no está permitida la reforestación o reintroducción de este tipo de cactus y los únicos que legalmente pueden portarlo son los miembros de las comunidades indigenas que lo consideran sagrado.
Es por lo anterior que su conservación recae sobre todo en estas comunidades. Sin embargo es necesario buscar la forma de impulsar su preservación, ya que, además de la importancia cultural que conlleva, se trata de un tipo de flora endémica que sólo se encuentra en el norte de nuestro país y el sur de Estados Unidos.