02 de enero del 2020
Son numerosos los estudios que resaltan los beneficios psicológicos y físicos que puede producir la actividad deportiva, pero en los últimos años también han surgido investigaciones que se enfocan en el otro lado de la moneda, en el factor negativo que los ejercicios pueden causar en las personas.
Un punto clave es el de determinar cuándo el ejercicio considerado sano se transforma en uno adictivo.
En el plano médico es cuando se manifiestan tres o más dimensiones entre las siete variables de diagnóstico de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría: tolerancia, abstinencia, efectos deseados, pérdida de control, tiempo, conflicto y continuidad pese a un evidente perjuicio a la salud.
En un estudio publicado en el Centro Nacional de Biotecnología en Estados Unidos se definen cuatro fases para establecer las etapas en las que pude evolucionar una adicción.
Para los doctores Marilyn Freimuth, Sandy Moniz y Shari R. Kim la primera fase es relacionada al ejercicio recreacional, aquel que se disfruta y se encuentra una recompensa.
La segunda es la de los ejercicios en riesgo, que es cuando la actividad física comienza a ser una válvula de escape y conlleva un nivel de estrés.
La tercera se refiere a los ejercicios problemáticos, que se fija cuando las personas comienzan a programar su rutina diaria en base a la práctica deportiva, además de exigir constantemente nuevos límites a su cuerpo.
Y por último está el momento de la adicción, la fase en la que el ejercicio se convierte en la vida de una persona.
Para el doctor Christopher Delong, en un artículo publicado en el diario francés L'Equipe, la adicción se detecta en el momento en que el deporte comienza a afectar a la vida social, familiar y profesional de las personas.
Los investigadores aclaran que no se puede calificar como adictos a aquellos que se dedican profesionalmente al deporte y dedican la parte del día a la actividad física, aunque dentro de este grupo sí puede haber casos de adicción.
La causa más común de un adicto al deporte va relacionada con la apariencia.
El AIS menciona la obsesión que las personas generan por verse bien, algo que no logran debido a un trastorno dismórfico corporal que les lleva a percibirse sin masa muscular, flácidos, débiles y muy delgados.
La preocupación por la figura hace que las personas dediquen entre cuatro a cinco horas en el gimnasio, comparen constantemente su cuerpo con el de otros compañeros y aumenten el nivel de exigencia sobre sí mismos.
Otro factor adictivo que se desarrolla con el tiempo es el sentirse bien.
Con la actividad física se incrementa la producción de endorfinas, que funciona como un analgésico para el organismo, tanto para aliviar las preocupaciones en la mente como el dolor corporal.
El problema es que se puede manifestar un círculo vicioso en el que las personas requieren de una mayor producción de endorfinas para soportar el dolor que se va sintiendo en el cuerpo, el cual está siendo sometido a un exigente esfuerzo físico.
En este nivel también comienza a existir una desconexión con la realidad, ya que las endorfinas permiten a las personas olvidar sus problemas.
El tema es que esta solución suele tener un efecto temporal y es cuando pueden aparecer síntomas de depresión y soledad.
Otro elemento negativo es que al forzar al cuerpo a limites cada vez más exigentes, las personas se ven obligadas a modificar su dieta, por lo que pueden aparecer trastornos alimentarios e incluso el uso de anabolizantes y esteroides.
Los investigadores recomiendan que se analice cada caso en particular y se conozca la causa que generó la adicción, sólo a partir de allí se podrá establecer un tratamiento a seguir y establecer si es necesaria la intervención de un especialista.