10 de diciembre del 2019
Aunque no lo creas, las compras pueden ser una adicción. Casi el 6% de la población adulta de Estados Unidos compra compulsivamente y la mayoría son mujeres. Esta tendencia suele empezar en la adolescencia o durante los veintes y puede hacerse crónica rápidamente.
Para algunas personas, las compras son una diversión importante. Para otras, puede ser como la nicotina, el alcohol u otras drogas. En otras palabras, para quienes son adictos a las compras, dejarlo puede ser difícil e incluso imposible. Son compradores compulsivos cuya vida gira alrededor de varias experiencias de compras.
La mayoría de los compradores compulsivos son personas ordinarias, aunque durante cientos de años se ha notado el problema entre los ricos y poderosos. Algunos famosos que entran en estos casos son:
— María Antonieta, quien era famosa por las extravagancias que cometía durante la época turbulenta que precedió a la Revolución Francesa.
— Mary Todd Lincoln tenía rachas de despilfarro que verdaderamente perturbaban a su esposo.
— El editor y magnate William Randolph Hearst tenía un apetito insaciable por el arte y las antigüedades que casi lo llevó a la bancarrota durante la Gran Depresión en la década de 1930.
— Jacqueline Kennedy Onassis, famosa por su carisma y gran sentido de la moda, era una compradora compulsiva cuyo comportamiento descontrolado consternó a sus dos esposos.
Algunas personas podrían asumir que la compulsión por las compras es algo relativamente reciente, tal vez producto de la Avenida Madison. Sin embargo, el trastorno siempre ha existido y se manifiesta de varias formas. También se da a nivel mundial, tal vez con excepción de los países pobres en el mundo.
¿Es un trastorno clínico?
El psiquiatra alemán Emil Kraepelin describió la compulsión por las compras hace más de un siglo. Aún ahora, su descripción sigue siendo actual. Fuera del lenguaje anacrónico, podría haberse escrito ayer.
Lo más notorio es el comportamiento de compras y gastos excesivos que provocan una sensación de angustia personal. A veces obstaculiza de alguna forma la vida de una persona (en las finanzas, el matrimonio o la familia).
Los compradores compulsivos han reportado que experimentan una sensación de tensión o ansiedad, antes, y un sentimiento de alivio, después de comprar. Tienden a dedicar varias horas a la semana a comprar y a gastar. La mayoría suele concentrarse en ropa y zapatos y parece estar intensamente interesada en la moda y el diseño.
La compulsión por las compras no tiene nada que ver con los ingresos, aunque el dinero determina el sitio en el que se compra. Los habitantes ordinarios de Iowa, por ejemplo, compran compulsivamente en tiendas de descuentos y no en Saks Fifth Avenue. Además, como permite que compres las 24 horas al día, los siete días de la semana, el internet puede tener un impacto considerable en la adicción a las compras.
La mayoría de los compradores compulsivos tienen otros problemas, como depresión, ansiedad y otras adicciones, incluido el comportamiento sexual compulsivo, la adicción al internet o las apuestas compulsivas. Estos trastornos “viajan” juntos, por así decirlo. No hay una personalidad “compradora” en especial, aunque a veces escucho a los pacientes decir que tienen una personalidad “propensa a las adicciones”.
La buena noticia es que hoy sabemos más acerca de la compulsión por las compras que hace 20 años. La mala noticia es que no tenemos un tratamiento estándar. Una vez dicho esto, la terapia cognitiva, según la estableció April Benson, puede ser eficaz para combatir el apetito por las compras.
Yo digo a quienes piden mi consejo que no vayan solos de compras y que se deshagan de sus tarjetas de crédito y de sus chequeras. A quienes compran en internet, les recomiendo que cancelen su servicio de internet o pongan su computadora en la cocina o en algún lugar en donde sus familiares puedan verlos y traten de templar su entusiasmo.