16 de octubre del 2019
La adicción a los videojuegos ha llegado a ser uno de los temas que más preocupa a muchos padres y madres alarmados ante el tiempo que sus hijos pasan jugando a esta forma de ocio. Aunque está claro que el grado de dependencia que se puede generar con este tipo de entretenimiento no es comparable al que aparece con el consumo de drogas, es cierto que la obsesión con esta actividad puede tener consecuencias serias en la calidad de vida de las personas jóvenes.
En este artículo repasaremos las características de la adicción a los videojuegos, lo que hace que se pase del hábito a una trampa de la que resulta difícil escapar, y los métodos utilizados para intervenir de este problema y romper con ese círculo vicioso.
Entre los síntomas de la adicción a los videojuegos destacan los siguientes.
La adicción a los videojuegos potencia el aislamiento social, que se traduce en la pérdida de contacto con amigos y familiares. A su vez, el aislamiento social puede ser una de las causas que lleve a la adicción a los videojuegos, ya que estos pueden ser tanto el entretenimiento solitario con el que emplear el tiempo obteniendo placer a cambio, como un medio con el que interactuar indirectamente con otras personas (en el caso de los juegos online).
El tiempo dedicado a jugar hace que no se invierta tiempo y esfuerzo en estudiar, lo cual repercute en el rendimiento académico y retrasa el aprendizaje de las competencias y habilidades que se impulsan a través de la educación.
El udo de los juegos puede ser un recurso para canalizar el estrés y la ansiedad derivados de otros problemas del día a día, como el hecho de vivir en una familia desestructurada o el sufrimiento de maltrato en casa o bullying en la escuela.
La adicción a los videojuegos hace que se pierda el control de la gestión del tiempo, de modo que la capacidad para saber las horas que han pasado durante las partidas empeora y se pierde de vista el hecho de que esto retrasa otras actividades.
El hecho de pasar muchas horas seguidas jugando a videojuegos frente al televisor o al ordenador puede llevar a desarrollar problemas óseos, de articulaciones o de circulación, especialmente en la espalda, los muslos y las manos.
Cuando ciertas situaciones hacen que la partida termine o se vea entorpecida, esto genera un nivel de frustración que puede derivar en estallidos de ira o incluso en agresiones físicas contra otras personas, así como en golpes contra partes del inmueble u objetos.
Más allá de la intervención psicológica conducida por profesionales, que es la opción recomendada cuando la adicción a los videojuegos es muy intensa, hay otras medidas que pueden ayudar a combatir esta tendencia hacia el abuso de las partidas a juegos de ordenador o videoconsola. Las principales son las siguientes.
El hecho de no poder acceder a más juegos durante un tiempo indefinido hace que la cantidad de recompensas y nuevos estímulos a los que se opta se vea limitada, de modo que jugar todo el rato a lo mismo sea una experiencia tediosa.
Ocupar el tiempo en otras actividades ayuda a romper con el ciclo del juego, ya que presenta otras rutinas y pensamientos estimulantes.
Es preferible dejar juegar durante un tiempo limitado a cortar en seco la posibilidad de seguir jugando, ya que lo segundo produce tal hostilidad que la situación es vista como un enfrentamiento directo en el que todo vale con tal de saltarse la norma.