26 de septiembre del 2019
La adicción a las apuestas comparte muchas características con las adicciones a las drogas. Aunque estas primeras no reportan daños físicos de forma directa, sí que pueden acabar resultando altamente nocivas tanto para el estado físico como sobre todo para el estado psicológico de la persona.
Debido a que las apuestas son un fenómeno cada vez más presente en la sociedad, y los casos de adicción a las apuestas se encuentran en un constante crecimiento, la literatura y los datos acerca de este trastorno son bastante abundantes en la actualidad.
La adicción a las apuestas se engloba dentro de las conocidas adicciones al juego o juego patológico. Estas son las más características de las adicciones no tóxicas y acarrea una serie de consecuencias altamente graves.
La adicción a las apuestas puede conducir a la persona a perder grandes cantidades de dinero, llegando a arruinarse económicamente, tanto a él mismo como a su familia y/o amigos.
Cuando se desarrolla adicción a las apuestas, toda la vida del individuo gira en torno al juego. Generando una espiral trágica de la que le resulta muy complicado salir.
Centrando la atención en los aspectos de las apuestas, diversos estudios han confirmado que estas actividades presentan una serie de características que las distinguen de otro tipo de actividades lúdicas y que, en cierta medida, explican su potencial adictivo. Las principales son:
Las apuestas son azarosas
Se basa en las leyes de la probabilidad
Se juega mediante dinero
En los primeros momentos, el individuo ejecuta la conducta adictiva para conseguir un objetivo que desea. Estos elementos no tiene por qué constituir aspectos agradables, ya que en el caso del consumo de sustancias las primeras experiencias pueden resultar aversivas.
Posteriormente, aparecen dos procesos de aprendizaje: la habituación y el reforzamiento. El primero habitúa el organismo a los estímulos y el segundo motiva un incremento de su gratificación. Estos aspectos aparecen tanto la adicción a las apuestas como en la adicción a las sustancias.
Cuando la conducta adictiva se repite en circunstancias parecidas la persona asocia una serie de estímulos con la realización de la actividad. Este hecho motiva una mayor frecuencia de los comportamientos de adicción.
En todo tipo de adicción aparecen la tolerancia y la abstinencia. La tolerancia hace que la gratificación del elemento adictivo sea cada vez menor. La abstinencia, por su parte, motiva la aparición de malestar cuando no se lleva a cabo la conducta adictiva.
Las adicciones producen una notable reducción de otras conductas adaptativas. Los procesos adictivos suponen un elevado gasto tanto de recursos psicológicos como de tiempo, hecho que motiva un cambio en el funcionamiento normal del individuo.
Finalmente, como efecto del punto anterior, las adicciones suelen afectar a las personas que rodean al individuo adicto. Deteriorando la calidad de las relaciones de este tanto en el ámbito familiar como en el ámbito social o laboral.