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Te hablamos de las adicciones
  • La droga de la devastaciĆ³n

18 de abril del 2019

Quienes han divagado por los senderos de la adicción cuentan que para salir de ella, primero hay que tocar fondo. Pero quienes se pierden en las intensas sensaciones del crack, a veces deben caer en un abismo mucho más profundo, hasta llegar a las expresiones máximas de la traición, el egoísmo, la manipulación y, sobre todo, la desesperanza.

De ello da fe un joven de 25 años a quien llamaremos Santiago. Cuesta imaginarse a semejante hombrón con 32 kilos menos, reposando su demacrado cuerpo sobre un viejo cartón en la zona roja. Hijo de padres médicos y criado en un residencial de lujo, Santiago demuestra que ni el dinero ni el estatus son vacuna contra la adicción.

Se empezó a hundir a los 13 años cuando incursionó en el consumo del alcohol y la marihuana, junto a un grupo de pares que le ofrecían aceptación y compañía a cambio de droga, una transacción que, entonces, le parecía razonable.

Muchos experimentan con las drogas sin caer en la dependencia, mas otros quedan enganchados sin advertencia previa o, al probar, despiertan el hambre de sensaciones más intensas.

Si bien existen casos aislados en los que se consume crack sin antecedentes de otras drogas, esos son la excepción, pues lo común es pasar primero, aunque sea esporádicamente, por sustancias como el tabaco, el alcohol, la marihuana y la cocaína. Cada droga con la que se experimenta ensancha el portillo para llegar a la piedra.

Así le sucedió a Santiago, quien anduvo de colegio en colegio por problemas de conducta y violencia, y, al llegar a los 15 años, era consumidor ávido de cocaína. De ahí al crack solo faltaba un brinquito que no dudó en dar cuando notó que el precio de la cocaína (actualmente alrededor de ¢5.000 la línea), le quemaba un hueco en la billetera.

“La cocaína es tan cara que llega un punto en que no es sostenible. El cambio al crack fue por motivos económicos para mí, y para muchos otros, porque no son tantas las personas que pueden sostener un vicio de ¢25.000 diarios”, explica.

Fuente: https://www.nacion.com/archivo/la-droga-de-la-devastacion/VCEB6LJXWNHXXIYVOP24UI42ZA/story/